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Actualizado: 20 de junio de 2025


Una risa loca, aguda, acerada, que parecía rasgar las carnes y puso en conmoción todo el hotel, mientras la artista, con los labios espumeantes caía al suelo y se revolvía furiosa, volcando los muebles, hiriéndose con las metálicas aristas de sus maletas. Don Rafael; los señores de la Comisión de Presupuestos aguardan a usía en la sección segunda. Voy al momento.

Llegaron dos médicos, y luego de cerrar la puerta para que nadie les estorbase, quedaron indecisos ante el cuerpo inánime del espada. Había que desnudarlo. A la luz que entraba por una claraboya del techo, Garabato comenzó a desabrochar, descoser y rasgar las ropas del torero. El Nacional apenas podía ver el cuerpo. Los médicos estaban en torno del herido, consultándose con la mirada.

Nazaria agradeció mucho la visita y estuvo quejándose durante diez minutos, dando cuenta prolija de los distintos dolores que sentía, en partes diversas, los unos afilados como cuchillos, los otros duros como pedradas, y algunos múltiples y horripilantes como el rasgar de una sierra. Después calló.

No pudiendo librar sus brazos de los vigorosos que la contenían, sus dedos se agarraron con rabia epiléptica a lo que encontraban, y querían deshacer y rasgar la sábana y la colcha. El fatigoso mugido iba calmándose poco a poco, las contorsiones eran menos violentas, y por fin, cayó en un colapso profundísimo. La sedación era instantánea, y a la misma muerte se parecía.

Ya solo, el artista tuvo un momento de horrible duda. Inmóvil, petrificado, veía delante de la mesa, y sobre la mesa la carta. Por fin marchó hacia aquélla, con paso de autómata, con paso de estatua. Tomó en sus manos los fatídicos renglones, titubeó todavía, hizo un movimiento como para rasgar la carta; después, con brusca decisión, la desplegó y la leyó.

«Benditos seais, para morir por ella, «Entre el ardor de la feral batalla, «Para oponer incontrastable valla «En la tribuna al despotismo audaz. «Benditos seais, para rasgar el pecho «Del torpe Rosas, con robusta mano, «Y dar al pueblo en que nació Belgrano «De libertad y gloria la señal.

El violín volvió a rasgar el silencio de fuera con notas temblorosas, que parecían titilar como las estrellas. Ya no se trataba de las ansias amorosas de Fausto en la mirada casta y pura de Margarita; ahora el instrumentista arrastraba perezosamente por las cuerdas del violín los quejidos de la Traviata momentos antes de morir.

Conoció también don Paco que importaba mucho que su petición y la subsiguiente repulsa no llegaran a saberse, y aunque no tuvo valor para rasgar o quemar lo que él escribió y la contestación de Juana, guardó ambos documentos en el más secreto escondite de su escritorio.

Veo la elevada cordillera de estas que rodea toda la llanura, y que hace de ella una vasta cuenca, donde no se divisa mas salida que por la parte del sud, y una que otra quebradura que parece rasgar en algunos puntos la grandiosa muralla alzada por la naturaleza.

Al hallar el navegante, en quien esa gloria está sintetizada, las Indias occidentales, regía una escuadrilla de tres naves tripuladas por nautas que con él se arrojaron á rasgar el velo del Océano, acompañándole en los riesgos, en los trabajos y en las privaciones; á todos debía tocar y tocó parte proporcional en el resultado de la empresa homérica; á todos alcanza en la consideración aquella solidaridad que el poético sentimiento del pueblo estableció en el adagio

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