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Actualizado: 14 de octubre de 2025


También llevaba el aceitunado personaje una perilla de rabo de conejo, y en los cachetes patillas o chuletas cortas, también modeladas por la navaja con un esmero tal que casi venía a confundirse el oficio de rapista con el arte del escultor.

Los perros helénicos comprendieron que no era un bárbaro quien osaba pisar el suelo sagrado de la Hélade, lo reconocieron y le rindieron acatamiento moviendo el rabo. Al mismo tiempo Talín se acercó á ellos y cambió con Faón un saludo amical rozándole el hocico.

Antes que éste se terminase, comenzaron a salir por las trampas del escenario hasta una docena de diablos con sendas y enormes pelucas de estopa, el rabo de etiqueta, y teas encendidas, en las manos.

Hundieron el rabo y corrieron de costado, aullando. Pasó un segundo, y el encuentro se produjo. Míster Jones se detuvo, giró sobre mismo y se desplomó. Los peones, que lo vieron caer, lo llevaron a prisa al rancho, pero fué inútil toda el agua; murió sin volver en .

Pero Fidel sabía zafarse de estas vejaciones y cuando advertía que su camarada mostraba tendencias a ponerse pelma se largaba pian piano moviendo el rabo hacía la cocina dejándole en la más espantosa soledad. En cambio se aproximaba demasiado cuando Paquito tenía entre manos y boca algún pedacito de pastel o una galleta.

Revueltos con ellos, iban los disfraces de siempre: mamarrachos con arrugadas chisteras y levitas adornadas con arabescos de naipes; bebés que asomaban la poblada barba bajo la careta y al compás del sonajero decían cínicas enormidades; diablos verdes silbando con furia y azotando con el rabo a los papanatas; gitanos con un burro moribundo y sarnoso tintado a fajas como una cebra; payasos ágiles, viejas haraposas con una repugnante escoba al hombro, y los tíos de «¡al higuígolpeando la caña y haciendo saltar el cebo ante el escuadrón goloso de muchachos con la boca abierta.

Después se había quitado su propio calzado, porque era un marrano que gustaba de andar descalzo con las patas sobre el suelo. «¡Ay, qué rico!...». Quitose también las medias y echó a correr detrás del gato, cogiéndolo por el rabo y dándole muchas vueltas... Por eso estaba tan mal humorado el pobre animalito... Luego se había subido a la mesa del comedor para pegarle un palo a la lámpara... «¡Ay, qué rico!».

En vez de ella, sólo halló glacial indiferencia: esto, unido a la catástrofe de su matrimonio, le había obligado a retirarse de nuevo a Peñascosa «rabo entre piernascomo decían pintorescamente los graves biógrafos.

Oíale todo esto el rey Buby embobado, extendiendo de cuándo en cuándo maquinalmente la manita, para cogerle por el rabo. Mas Ratón Pérez, con una oscilación rápida y ceremoniosa, ponía el rabo de la otra parte, burlando así el intento del niño, sin faltar en nada al respeto debido al Monarca.

Es público y notorio que en más de cien sangrías que lleva hechas en el pueblo á los animales de sus vecinos, á la oreja, al pelo y al rabo, que es la más difícil, no se le ha desgraciado una sola res. Para poner una bizma, ó sea un emplasto de trementina y polvos de suelda, no hay otro que se le iguale.

Palabra del Dia

neguéis

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