United States or Montenegro ? Vote for the TOP Country of the Week !


Pero Fidel sabía zafarse de estas vejaciones y cuando advertía que su camarada mostraba tendencias a ponerse pelma se largaba pian piano moviendo el rabo hacía la cocina dejándole en la más espantosa soledad. En cambio se aproximaba demasiado cuando Paquito tenía entre manos y boca algún pedacito de pastel o una galleta.

¿Qué ocurre? ¿Qué ha sucedido? ¿Qué albricias son esas? preguntaron todos picados por la curiosidad. Pero el señor Rafael, sin hacer caso, seguía estrechando entre sus brazos y dando afectuosas palmaditas en la espalda á su sobrino, quien no correspondía en modo alguno á tales demostraciones de cariño, antes procuraba zafarse, mostrando un semblante fruncido que daba miedo.

Abandonado. Mi mujer no aparece por aquí sino cuando hay visita... Entonces, , viene hecha un brazo de mar, oliendo a esencias y demonios colorados... Pero traerme las tisanas, apuntar las prescripciones del médico, hacerme un poco de compañía hablando o leyéndome algo... ¡De eso, nada!... Ahora le ruego que me cure el vejigatorio, y, en cuanto se lo digo, cambia del todo su fisonomía... Comienza a buscar salidas para zafarse.

Menester es confesar que todo este florecimiento tenía una terrible contra: la dependencia de don Andrés Rubio, dependencia de que era imposible o por lo menos dificilísimo zafarse.

Los alguaciles quisieron en vano separarle; cuanto más tiraban de él, con más rabioso esfuerzo asía de los cuernos y del cuello del animal, que a su vez se arremolinaba y sacudía la cabeza para zafarse de unos y otros. Algunos de los que presenciaban la escena reían; otros la contemplaban con lástima. Al fin consiguieron arrancarle la presa.

«El Calvario» es «el fracaso del amor». Mintié, el protagonista, adora á una mujer indigna, á quien desprecia, pero de la que no puede zafarse. Algo terrible, superior á su voluntad, le lleva á ella.

Ambos se hallaban perfectamente convencidos de esta antipatía y procuraban demostrársela con más o menos disimulo. La conversación que sobre intereses entablaron no fue larga: desde los primeros momentos comprendió Miguel que su tío no deseaba hacerse cargo de la curaduría, y grandemente satisfecho, aunque ocultándolo lo mejor que pudo, le facilitó el camino para zafarse de ella.

Ella, que presentía este ataque repentino, no dio un grito ni pronunció siquiera una palabra; pero lo rechazó con fuerza y decisión. Hubo una lucha sorda y rabiosa que duró bastante. La chica se defendía gallardamente y consiguió por tres o cuatro veces zafarse de las manos del viejo; pero éste la perseguía por los rincones de la cocina y volvía a sujetarla.