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Actualizado: 15 de julio de 2025
Abandonado. Mi mujer no aparece por aquí sino cuando hay visita... Entonces, sí, viene hecha un brazo de mar, oliendo a esencias y demonios colorados... Pero traerme las tisanas, apuntar las prescripciones del médico, hacerme un poco de compañía hablando o leyéndome algo... ¡De eso, nada!... Ahora le ruego que me cure el vejigatorio, y, en cuanto se lo digo, cambia del todo su fisonomía... Comienza a buscar salidas para zafarse.
La novelista, a la luz de una vela, escribía Spiridón, la historia del monje que acaba por demoler todas sus creencias, y muchas veces cortaba su trabajo para correr al lado del músico y preparar sus tisanas, alarmada por la frecuencia de su tos.
Le dió por ponerse enferma, y entonces no había malestar, ni dolencia, ni afección crónica, ni ataque agudo que no viniera á afligir su cuerpo. Agotó todos los ungüentos, específicos y tisanas; puso sobre un pie á todos los boticarios, curanderos, médicos y protomédicos, y visitó todos los baños minerales de España, desde Ledesma á Paracuellos, desde Lanjarón á Fitero.
Además, usted debe de haber comprendido que ya ha hecho su elección, puesto que no le ha escrito más. ¡Criatura! ¡No has podido conocer lo que es el amor en medio de las tisanas! ¡No sabes el imperio que tomamos sobre el hombre a fuerza de hacerlo dichoso! No has visto los hilos de oro, más finos y más tupidos que los de la tela de araña, que tejemos alrededor de su corazón!
La hembra caprichosa de las noches venecianas, la infiel compañera de Musset, era la misma enfermera que guisaba la cena y preparaba las tisanas al moribundo Chopin en la soledad de Valldemosa... ¡Si él hubiese conocido una mujer así, una mujer que llevase dentro mil mujeres, toda la infinita variedad femenil de dulzuras y crueldades!... ¡Ser amado por una hembra superior, a la que pudiera imponer el ascendiente varonil y que al mismo tiempo le inspirase respeto por su grandeza intelectual!...
Encontrábase don Gil en la sala de San Ignacio vigilando que los topiqueros no hiciesen mucho gasto de azúcar para endulzar las tisanas cuando una mano se posó familiarmente en su hombro y oyó una voz cavernosa que le dijo: ¡Avariento! ¿Dónde está mi mortaja? Volvióse aterrorizado don Gil.
Terminarémos emitiendo una opinion que nos ha sugerido este estudio, y que se apoya tambien en hechos particulares de nuestra práctica: se refiere al uso de la barita, y particularmente el hidroclorato, en el tratamiento de las fiebres mucosas de curso lento y en la diátesis verminosa, en la que los jugos gástricos están alterados y dejan á la circulacion materiales imperfectos; la hemos administrado con gran resultado en ciertas dispepsias gastrálgicas, con dolores de escoriacion en el epigastrio, en personas que habian abusado de tisanas y agua templada, en algunas diarreas mucosas con tenesmo, en corizas, en irritaciones de la mucosa bucal y en ciertas fiebrecillas y sudores nocturnos, afecciones todas que persisten tenazmente á consecuencia de fiebres mucosas.
Palabra del Dia
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