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Actualizado: 14 de julio de 2025


Hermano Gabriel replicó la tía María , desde la bendita Constitución todo se vuelve cambios y mudanzas. Esa gente que gobierna en lugar del rey no quiere que haya nada de lo que antes hubo; y por esto no han querido que los judíos tengan rabo, y toda la vida lo han tenido como el diablo.

Y como consecuencia de aquella brevísima entrevista, Gonzalo pasó desde entonces alguna que otra vez sin necesidad por delante de la casa de los señores de Belinchón mirando con el rabo del ojo a los balcones; cuidó más del aliño del traje y la persona; iba a misa de diez los domingos a San Andrés, donde doña Paula y sus hijos la oían.

Sentose Gallardo otra vez y Garabato la emprendió con la coleta, librándola del sostén de las horquillas y uniéndola a la moña, falso rabo con negra escarapela que recordaba la antigua redecilla de los primeros tiempos del toreo.

Adquirió la prudencia necesaria para apartarse del camino cuando un pasajero avanzaba, siguiéndolo con los ojos, aguachado entre el pasto. Y a fines de enero, de la mirada encendida, las orejas firmes sobre los ojos, y el rabo alto y provocador del fox-terrier, no quedaba sino un esqueletillo sarnoso, de orejas echadas atrás y rabo hundido y traicionero, que trotaba furtivamente por los caminos.

Confesaba, como no podía menos, que la comida era más abundante y escogida, pero en cambio se veía obligado á sufrir la soba continua de los niños que no le dejaban á sol ni á sombra. En todo el día no cesaban: Canelo para aquí, Canelo para allí; unas veces montándosele sobre el espinazo, otras tirándole de las orejas y otras del rabo. Era cosa para desesperarse.

Yo trabajaba; mi mamá cayó enferma; mi padre entró de corrector de pruebas en una imprenta donde se hacía un periódico grande, muy grande... Trabajaba todas las noches junto a un quinqué de petróleo que le abrasaba la frente. Pues ponerse a escribir. Todos los días entraba con una mano de papel y la llenaba de cabo a rabo. ¿Qué creerá usted que escribía?

Tenía aún la mirada muerta y el labio pendiente, tras su solitaria velada de whisky, más prolongada que las habituales. Mientras se lavaba, los perros se acercaron y le olfatearon las botas, meneando con pereza el rabo. Como las fieras amaestradas, los perros conocen el menor indicio de borrachera en su amo. Se alejaron con lentitud a echarse de nuevo al sol.

¿Se dejará robar?... ¡Pues ya lo creo!... Lo que es por ella, en cuanto le guiñes el ojo... Si te quiere, hombre; te quiere lo mismo que el primer día en que la engañaste. ¡Mentira parece!... Pues entonces... Entonces, queda el rabo por desollar. ¿Y de quién es ese rabo?... Amigo mío... del padre Cifuentes. ¡Ya!... Ya me lo habían dicho. Pues no te engañaron.

El ángel cava, el demonio cava....¡Bien que los veo! El demonio agora enciende un cigarro con un tizón que saca del rabo. ¿ los ves, Fuso Negro? ¡Si que los veo! ¿Estás seguro? ¡ que los veo! Yo dudaba que fuese delirio de mis sentidos.... Apenas distingo tu sombra en esta cueva.

Bajando sin cesar nuestras cabalgaduras, que ya no podían con el rabo, por los senderos que yo había conocido al subir, a media bajada se salió de ellos Neluco y tomó por otro hacia la derecha.

Palabra del Dia

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