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Actualizado: 24 de julio de 2025


Su sorpresa llegó al colmo cuando notaron que los ladridos venían de lo alto. ¡Calla! exclamó Cornelio . ¿Un perro en las ramas de un árbol? ¿Cómo explicar esto, tío? El Capitán, en vez de responder, lanzó una carcajada. ¿De qué te ríes? le preguntaron Hans y Cornelio. Es que el caso es para reirse, muchachos les dijo . ¿Queréis ver al pretendido perro? Mirad entre las ramas de aquel durión.

te ríes, pero ya lo sabías... Don Juan traía una cesta enorme, que ha puesto encima de la mesa; luego me ha abrazado y me ha señalado en silencio la cesta. Yo la he mirado también en silencio. Esto era solemne; esto era trágico. ¿Qué contenía esta cesta? ¿Para quién era esta cesta? Era para : ya veo que te vuelves a reír. Ríete: yo he pasado un susto tremendo.

¿Te ríes acaso porque han castigado a tu primo por faltas que los dos habéis cometido?... No está bien eso, Miguel, no está bien eso.... Debieras ser un poco más generoso..... Si a ti no te han pegado, no es porque no lo merecieses, bien lo sabes, sino porque tu tía no tiene autoridad para hacerlo.

te ríes de estas cosas, eres un impío, pero para eso estoy yo: para pedir por ti y que salgas en bien de esta aventura que se te ha metido en la cabeza. ¿Volver a Madrid?... Ojeda recordaba las palabras de su amante cuando al empezar la tarde se habían juntado. Ya que él se iba en la misma noche, ella saldría para París dos días después.

Yo, por ejemplo... verbigracia, yo». Entrole una risa convulsiva. «¿Y de qué te ríes, pánfila? se dijo a misma . Más honrada eres que el sol, porque no has querido ni quieres más que a uno. ¿Pero estas... estas?... Ja ja ja. Cada trimestre hombre nuevo, y virtuosa me soy. ¿Por qué?

La marquesa no pudo contener la risa al oír el santo Padre que con tan pedantesca formalidad alegaba Jacobo, y corrido este algún tanto, preguntó contrariado: ¿Te ríes?... No, hombre, no... Me río del autor, no de la cita... Veamos la sentencia.

Velázquez había tomado la guitarra y preludiaba unas soleares. Todos callaban. De pronto Isabel soltó una fuerte risotada, que al guapo le produjo insoportable escozor. ¿De qué te ríes, hija mía? le preguntó con aparente calma. Pues me río de verte así, tan pacífico, con la guitarra sobre las piernas... Dispensa, hijo, no lo puedo remediar. Y soltó otra risotada.

Ya ve usted: un parentesco tan próximo y tan conocido en Villavieja... y estando ellos tan en armonía con los de Méjico, parecería mal que nosotros no los fuéramos a verEsto dijo Rufita. Y usted ¿qué la contestó? Que no las tirarían ustedes con nada: al contrario, que las recibirían muy bien... Perfectamente respondido... ¿Por qué te ríes, Nieves? ¡Por qué me he de reír, papá?

¿A que te sangran a ti todavía las cicatrices? le dijo Sagrario, encarándose valientemente con ella. ¡Si no me río por eso, extremosa! Pues ¿por qué te ríes, prudente? Porque, en tu afán de abrir los ojos a ésta, vas a concluir por hacerle aborrecible aquello mismo que tratamos de hacerle amable... y que tanto nos gusta a nosotras. ¡Bah!..., ese no es caso de risa. ¿Lo dudas? Es que no lo creo.

Te ríes de mis despreocupaciones, como llamas a esta claridad que yo gasto, lo mismo en hechos que en dichos. ¡Como prefieres el sistema contrario!... Pues mira, yo no me río del tuyo, que te lleva al mismo fin que el mío: cuestión de temperamento y de gustos.

Palabra del Dia

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