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Actualizado: 5 de noviembre de 2025
Entonces Cristeta se la levantó suavemente con ambas manos, y mirándole de hito en hito, cual si quisiera leerle en las pupilas el secreto, dijo: Juan... ¡mientes! a ti te pasa algo. Hubo un instante de ese silencio que los novelistas llaman solemne. Quien hubiese podido bucear en el pensamiento de don Juan, habría visto que le repugnaba mentir.
Dios no ha querido que fuese á morir en tierras extrañas, sino que viva entre mis amigos al lado de una esposa que no merezco. Después de Dios á ustedes se lo debo. Quisiera poder demostrarles mi agradecimiento no con palabras, sino con hechos.
Era preciso que este sentimiento fuese innato en mi, porque después de asistir a dos o tres reuniones conocía todos sus detalles, astucias y matices. Quisiera ser predicador, nada más que para predicar la coquetería a mi auditorio y rehusar la absolución a las penitentes sin talento para dedicarse a tan encantador pasatiempo.
-No os entiendo, marido -replicó ella-, y no sé qué queréis decir en eso de que os holgáredes, si Dios quisiera, de no estar contento; que, maguer tonta, no sé yo quién recibe gusto de no tenerle.
Miraba Sancho la carrera de su rucio y la caída de su amo, y no sabía a cuál de las dos necesidades acudiría primero; pero, en efecto, como buen escudero y como buen criado, pudo más con él el amor de su señor que el cariño de su jumento, puesto que cada vez que veía levantar las vejigas en el aire y caer sobre las ancas de su rucio eran para él tártagos y sustos de muerte, y antes quisiera que aquellos golpes se los dieran a él en las niñas de los ojos que en el más mínimo pelo de la cola de su asno.
Palpábalo todo con gesto bobo y encogido, como si quisiera comunicar o pedir alguna cosa y no se hallase con ánimo. ¿Buscas algo? la preguntó el mancebo. Nada, señor; sólo que mi padre me manda llamar y miro porque todo quede bien aparejado para la noche.
En ese caso no tiene usted prisa, porque nadie la tiene... Sin embargo, como yo quiero ser cómico... Cierto. ¿Y qué sabe usted? ¿Qué ha estudiado usted? ¿Cómo? ¿se necesita saber algo? No; para ser actor, ciertamente, no necesita usted saber cosa mayor... Por eso; yo no quisiera singularizarme; siempre es malo entrar con pie en una corporación.
Quisiera darte el estipendio de costumbre, Agapo, pero no tengo un mezquino centavo; toma esto, y guárdalo, en recuerdo mío, ¡ojalá fuera de oro!
Muley, disimulando el mal reprimido coraje que le hervía en el pecho, venciéndose por aclarar sus sospechas, o reprimir las muestras de su cólera, se acercó al estropeado ya medio sano, y en voz baja le dijo: Mira, soldado; en todo lo que aquí se pasa hay algo de oculto, que conozco y no alcanzo: si yo me hubiera dejado ir a la mano de mi enojo, ya hubiera descendido el castigo, antes que la discreción mía quisiera satisfacerse de las artes que aquí se juegan; pero puesto que mi discreción ha hablado, quiero oirte decirme qué mensajes tienes con Zaida, con María quise decir, y quién puede ser esa persona que cantó poco ha.
Había un Napoleón en el mundo, y fue preciso que éste quisiera ser emperador, y emplear a sus hermanos en los mejores tronos de Europa, para que yo no fuese ni buen abogado ni mal ministro. »Yo tenía sentimientos generosos; mis compañeros tomaron las armas y dejaron el estudiar nuestras leyes para defenderlas, que urgía más. ¿Qué remedio?
Palabra del Dia
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