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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Sería más fácil penetrar en las entrañas de la piedra y sentir la secreta atracción de la cohesión y la fuerza, o escuchar el latido de la planta en que la evolución tiende a la vida. Cuando su inteligencia quería bucear en lo hondo de su pensamiento, le veía poblado de formas extrañas que le hostigaban con las maldecidas preguntas de la duda.
Mas buscar en el fecundo seno de la Naturaleza las causas de las cosas, le dijeron que era revolver impurezas de la materia; bucear en la conciencia para iluminar su razón con la Verdad, lo tacharon de impío; leer la vida de los pueblos, lo motejaron de trabajo estéril, porque el dedo de la Providencia traza los destinos del hombre; escuchar los latidos de su corazón, le advirtieron que era rendirse al deleite, y contra el amor pusieron en sus labios, pervertidas y desvirtuadas, las palabras de Cristo a su madre: ¿Qué tengo yo contigo, mujer?
Novelar es bucear, inquirir. Una buena novela es un laboratorio. Hablan los personajes, y el autor debe decirnos por qué hablan así, ó lo que es igual, cuáles sean sus sentimientos; y remontándose, habrá luego de explicarnos también por qué sienten de aquel modo y no de otro diferente, lo que inmediatamente le obligará á internarse por las selvas obscuras de la herencia.
Nadie lo sabrá nunca: lo cierto es que aquella idea le fue labrando surco en el pensamiento y acabó por arraigar en él de tal suerte, que se enseñoreó de su voluntad, y la puso por obra. ¿Quién dirá si Valeria llegó por gratitud a la locura, o a la suma piedad por la noción del deber? Aquel la juzgue que sepa bucear en las reconditeces del alma.
Entonces Cristeta se la levantó suavemente con ambas manos, y mirándole de hito en hito, cual si quisiera leerle en las pupilas el secreto, dijo: Juan... ¡mientes! a ti te pasa algo. Hubo un instante de ese silencio que los novelistas llaman solemne. Quien hubiese podido bucear en el pensamiento de don Juan, habría visto que le repugnaba mentir.
Y como el de doña Manuela era escaso, y Pepe, a pesar del cariño que la profesaba, no lo desconocía, si el fanatismo se enseñoreaba de su espíritu, aquel hogar, siempre tranquilo, se trocaría de pronto en una sucursal del infierno. «Es natural pensó tratando de bucear en la intención de su hermano con papá y conmigo no se atreve: si emprende campaña para moralizarnos, procurará primero conquistarlas a ellas.
Palabra del Dia
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