United States or South Korea ? Vote for the TOP Country of the Week !


Pero injustos o malvados que siempre ha de haber injustos o malvados cerca de todo grande hombre , lo tacharon una vez de mal cubano, en 1885, cuando él se opuso a los trabajos emprendidos por algunos jefes de la revolución del 68 para llevar una guerra nueva a Cuba, por creerla incompleta y parcial, y por estimar que con ella solo se lograría alarmar y ensangrentar inútilmente el país, en vez de asegurarle su entusiasmo y confianza para cuando se pudiera llevar a la isla la guerra pujante, digna y definitiva.

Su confesor el Padre Gracian y otros teólogos, con sana intención sin duda, tacharon frases y palabras de la Santa y pusieron glosas y otras palabras; pero el gran maestro en teología, en poesía y en habla castellana, Fray Luis de Leon, vino a tiempo para decir que se podrían excusar las glosas y las enmiendas, y para avisar a quien leyere El Castillo interior «que lea como escribió la Santa Madre, que lo entendía y decía mejor, y deje todo lo añadido; y lo borrado de la letra de la Santa delo por no borrado, si no fuere cuando estuviere enmendado o borrado de su misma mano, que es pocas veces.» Y en otro lugar dice el mismo Fray Luis, en loor de la escritora, y censurando a los que la corrigieron: «Que hacer mudanza en las cosas que escribió un pecho en quien Dios vivía, y que se presume le movía a escribirlas, fue atrevimiento grandísimo, y error muy feo querer enmendar las palabras, porque, si entendieran bien castellano, vieran que el de la Madre es la misma elegancia.

Allí tiene usted en la provincia el puente del Capricho, construido por un hermano nuestro, y que no se terminó porque los hombres de ciencia, fundándose en sus teorías, lo tacharon de poco sólido y seguro, y ¡mire usted! ¡está el puente que resiste á todas las inundaciones y terremotos!

Mas buscar en el fecundo seno de la Naturaleza las causas de las cosas, le dijeron que era revolver impurezas de la materia; bucear en la conciencia para iluminar su razón con la Verdad, lo tacharon de impío; leer la vida de los pueblos, lo motejaron de trabajo estéril, porque el dedo de la Providencia traza los destinos del hombre; escuchar los latidos de su corazón, le advirtieron que era rendirse al deleite, y contra el amor pusieron en sus labios, pervertidas y desvirtuadas, las palabras de Cristo a su madre: ¿Qué tengo yo contigo, mujer?