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Actualizado: 5 de noviembre de 2025
Mi suegra, que tampoco sabía qué decir, arreglaba los pliegues del velo, y me miraba de reojo con una expresión de reproche y de estímulo al mismo tiempo. Cada vez que en mis paseos llegaba al extremo del aposento, me encontraba delante de un espejo, en el que, quisiera o no quisiera, tenía que mirarme.
Y aun cuando lo quisiera, me traicionaría yo mismo. No soy ya más que una pobre y vieja ruina, y no soy dueño de mis nervios. Lo notarían a la primera ojeada. Mas, para que no hayas... suplicado... en vano... a tu tío... quiero... por lo menos... ensayar. Por ti y por Roberto, es necesario ante todo salvarte. ¡Día de Dios!
Salomé estaba amarilla y jadeante de rencor, envidia y ansiedad. Sus labios, entreabiertos, mostraban los blancos y finísimos dientes, como si quisiera infundir miedo á su rival con aquella arma.
Pero ya que el hermano lo exigía, a él se confiaba, y fuese lo que Dios quisiera... Se había erguido otra vez y hablaba, sin un gesto, sin mover apenas los labios, con la mirada perdida en el horizonte, cual si estuviera soñando y relatase la historia de otra persona.
Lo que yo quisiera saber, padre mío, es qué hay al fin del mundo.... Poco á poco, amiguito, interrumpió el abad. Lo que allí hay ó deja de haber no es para preguntado. Pero hablemos de tu viaje. ¿Cuál será tu primera etapa? La casa de mi hermano en Munster.
En cuanto se sintió bastante fuerte para salir a la huerta, se atrevió a decir a Frígilis lo que la atormentaba tiempo atrás. Yo... quisiera salir de esta casa.... Esta casa... en rigor... no es mía.... Es de los herederos de Víctor, de su hermana doña Paquita, que tiene hijos... y.... Frígilis se puso furioso. ¡Cómo se entiende! Todo lo había arreglado él ya.
Este Sr. Bailón es un clérigo que ahorcó los hábitos el 69, en Málaga echándose á revolucionario y á librecultista con tan furibundo ardor, que ya no pudo volver al rebaño, ni aunque quisiera le habían de admitir.
Los ojos de Carmen se humedecieron y se llevó el pañuelo a ellos para contener las lágrimas. Mejó quisiera ser la mujé de un zapatero. ¡Cuántas veces lo he pensao! ¡Si Juan hubiese seguío en su ofisio, en vez de coger este mardesío de la torería!... Más feliz sería yo con un pobre mantón yendo a llevarle la comía al portal donde trabajase, como trabajaba su pare.
El italiano tomó un aire de hombre superior. Convendrá usted en que su casa no era la más adecuada para que viviese en ella tan gran señora. Yo, aunque no he estudiado, conozco los deberes de un hombre de buena educación, y por eso... Robledo levantó los hombros y siguió adelante, como si no quisiera escucharlo.
Se hallaron dos pistolas de arzón que, muy cargadas, habían de levantar mucho y enviar la bala harto lejos del punto de mira. Se concertó que los combatientes se colocasen a cuarenta y cinco pasos de distancia. Al dar una palmada podrían marchar ambos, el uno contra el otro, hasta que sólo quince pasos los separasen. Durante la marcha cada uno podía tirar cuando quisiera.
Palabra del Dia
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