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Actualizado: 11 de junio de 2025
No sabía accionar. Sus movimientos eran desproporcionados. No mantenía el cuerpo recto, ni las rodillas derechas, ni el pie izquierdo un poco trecho delante del otro, ni los hombros quietos, ni los brazos algo separados del cuerpo. Naturalmente estas y otras infamias iban nutriendo en el corazón de García un odio feroz.
¡Qué lástima que no estén casados! murmuró el economista mirando a sus pulgares que estaban quietos uno frente a otro, como recelosos de unirse . Porque si vivieran como Dios manda... Ya ves qué proporción. ¡Billetes gratis, casa gratis, comida gratis!... La idea de humillarse a Amparo y ser su huésped y deberle un favor grande, sublevó el orgullo de la Pipaón...
Se estarían quietos, él en casa, ella saliendo a pedir sola todos los días para ver de sacar con qué vivir, que seguramente Dios no les dejaría morir de hambre.
Pero si el movimiento del objeto es seguido por el movimiento del ojo, se compensa el de aquel con el de este, y por tanto la impresion de la retina es la misma. Se verifica pues lo propio que si ambos estuviesen quietos.
Estamos convidados para ir á comer mañana en su jardin. No puedo más por hoy. ¡Adios, Vernet! ¡Adios, Versalles! Dia décimo octavo. Visita de un ingeniero, excursiones históricas, epigramas. Estamos quietos y tranquilos en nuestra habitacion.
Maura, citado por doña Emilia, sostenga que la revolución se impone, y que a no hacerla desde arriba, desde abajo habrá que hacerla? ¿No sería mejor que nos quedásemos quietos, procurando, no con dictadores, ni con revoluciones, ni con flamantes leyes y decretos, sino trabajando mucho y bien en las artes y oficios útiles, aumentar la riqueza de la nación, restaurando así sus bríos antiguos y la enérgica confianza en sus altos destinos?
14 ¿Sobre qué nos aseguramos? Juntaos, y entrémonos en las ciudades fuertes, y allí quedaremos quietos; porque el SE
Dos horas de noche, estando cerca del pueblo de los Sivisicosis, intentaron huir, con sus muyeres é hijos, pero el general despachó una lengua, para que se estuviesen quietos en sus casas, y sin miedo alguno, que no se les haria daño: y así lo hicieron.
Con efecto: se les despierta temprano, se les lava, se les viste y pone encima todo lo nuevo, caro y precioso que tienen, botines de seda, enormes sombreros, trajes de lana, de seda ó de terciopelo sin dejar cuatro ó cinco escapularios pequeños que llevan el evangelio de S. Juan, y así cargados los llevan á la misa mayor que dura casi una hora, se les obliga á sufrir el calor y el vaho de tanta gente apiñada y sudorosa, y si no les hacen rezar el rosario tienen que estar quietos, aburrirse ó dormir.
Tú irás a Cádiz también dijo D. Alonso ansioso de despertar el entusiasmo en el pecho de su mujer ; irás a casa de Flora, y desde el mirador podrás ver cómodamente el combate, el humo, los fogonazos, las banderas... Es cosa muy bonita. ¡Gracias, gracias! Me caería muerta de miedo. Aquí nos estaremos quietos, que el que busca el peligro en él perece.
Palabra del Dia
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