Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 19 de mayo de 2025
Como no sabía la costumbre feudal de la casa, no tiró más que una vez. Tardaron en abrirle juzgándole plebeyo. La sorpresa del criado fue grande al ver a aquel terrible señor, que tanto respeto infundía en la ciudad, y se apresuró a pedir perdón de no haber acudido más a tiempo a abrirle. El barón preguntó por don Pedro Quiñones.
Todos los días crecía un poco el respeto que se consagraba a sí mismo por llamarse Quiñones de León y el desprecio a los demás por haber nacido bajo el estigma de otro nombre cualquiera.
Bien, pues agradezco a usted mucho el interés que se toma en este asunto, y aprovecho la ocasión para decirle en nombre de Quiñones y en el mío que tiene usted aquí su casa. Al mismo tiempo tiró del cordón de la campanilla y se levantó. Alzose también el barón mascullando las gracias y ofreciéndose. Pepe, acompañe usted al señor barón. Hizo éste una profunda reverencia.
Nos hace falta un cuarto dijo apretando con efusión la mano del conde. Sí, sí, a ver si cambia la suerte... Moro nos está llevando el dinero bravamente dijo un viejecito de cara redonda, fresca, rasurada, el pelo blanco y los ojos claros y tiernos. Tenía marcado acento gallego. Se llamaba Saleta y era magistrado de la audiencia y tertulio asiduo de la casa de Quiñones. ¡No tanto, Sr.
" Serafín Esinosa y Ramos. " Enrique Quiñones y Rojas. " Eduardo Pujol y Comas. Comandante. Guarino Landa y González. " Luis Moré y del Solar. " Carlos Daniel Macía y Padrón. " Rosendo Collazo y García. " Leandro de la Torriente y Peraza. " José M. Lazama y Rodas. Comandante Gustavo Rodríguez y Pérez. " Rigoberto Fernández y Lecuona. " Ramón Fonts y Segando. " Eugenio Silva y Alfonso. Capitán.
Las tres campanadas indicaba que quien entraba en la aristocrática mansión de los Quiñones era un noble, un par de los señores. Tiempo hacía que se estableciera esta costumbre, sin saber cómo.
1637. «Relacion ajustada en lo posible á la verdad y repartida en dos discursos. El primero de la entrada en estos reynos de María de Borbon Princesa de Cariñan. El segundo de las fiestas que se celebraron en el Real palacio del Buen Retiro á la eleccion del Rey de Romanos, por el Lic. Andrés Sanchez de Espejo Presbítero. Madrid, María de Quiñones, 1637.»
Por eso hacía tiempo que había resuelto confundir a todos los seres que le rodeaban en una masa caótica, en la cual sólo dos o tres aparecían con algún carácter individual. La niña aguardó con sus bracitos cruzados cerca de un cuarto de hora. Al fin el señor de Quiñones, después de jugar una entrada con fortuna, se dignó clavar en ella una mirada severa que la hizo empalidecer.
Ha sido una broma. ¡Buena cara ibas a poner cuando la tuvieses en la pila! No te faltaría más que gritar: ¡Señores, aquí! ¡Vengan aquí todos a ver al padre de esta criatura! El padrino sería Quiñones, y en su representación D. Enrique Valero. La madrina ella, representada por María Josefa. El conde se mostró muy satisfecho.
Aborrecía todo lo extranjero, y muy particularmente aquel París, donde imaginaba que los Quiñones de León no tenían influencia muy decisiva. Hasta sospechaba vagamente, con horror, que eran desconocidos. Por supuesto que procuraba apartar la mente de tan disparatada idea. Si llegase a penetrar por completo en su espíritu, ¿qué le restaba al noble caballero? Morir, y nada más.
Palabra del Dia
Otros Mirando