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Actualizado: 12 de junio de 2025
Tranquilízate, sal de aquí, con quedarte no le devolverás la vida. El joven prorrumpió en una risa tan estridente y tan siniestra, que su padre se estremeció hasta la médula de los huesos. Su estupor acababa de disiparse de improviso; saltó con los ojos brillantes, e hinchadas las venas de las sienes. ¿Dónde está mi madre? gritó avanzando hacia el anciano. Este trató de calmarlo.
Tal vez pudiéramos influir en algún sentido... quizá volviéndonos a Buenos Aires. ¡Ya estás pensando en eso!... Tú podrías quedarte, desde que tienes un interés; pero yo me iría con él. Y crees que Melchor acepte el regreso ya... ¡No creas! ¿Y por qué no? ¿Pero no has observado que él lo pasa «ahora» muy bien?... ...Algo me ha parecido notar...
Aresti sonrió con lástima, ante aquel espíritu comercial, que examinaba la vida futura con el mismo egoísmo que si apreciase las probabilidades de un negocio. Ahora sí que le decía adiós para siempre. Su primo estaba bien agarrado, por el egoísmo y el miedo á la muerte, las dos flaquezas de los felices. Debías quedarte aquí, Luis: venir alguna vez.
Desde la próxima semana te caerán en el bolsillo todos los días dos pesetas como dos soles. ¿Eres capaz de quedarte por la noche en la catedral...? El guardián más viejo, uno que fue guardia civil, está cansado y se va a su pueblo. Parece que desde que murió el perro le ha tomado antipatía al servicio. El otro guardián está enfermucho y necesita compañero. ¿Quieres serlo tú?
Desde hace más de tres meses que arreció el trabajo, vienes casi todas las noches a buscarme, y para una vez que consigo acabar temprano y podemos ir un rato al café o a dar vueltas charlando por las calles, lo general es que tengas que quedarte allí conmigo corrigiendo galeradas. Al principio no sabías lo que te pescabas, lo que tú corregías tenía yo que volver a mirarlo.
Volvió la bestia al gabinete, y desde allí llamó con voz fuerte: «¡Isidora, Isidora!». Y viendo que esta no acudía, salió otra vez al pasillo y dijo en tono más humanitario: «No llevemos las cosas hasta el último extremo. Riquín está malo. Puedes quedarte aquí hasta mañana». Pero Isidora iba y venía recogiendo algunas cosas enteramente suyas. «Quédate, mujer, quédate hasta mañana».
Habéis pasado miserias y trabajos durante muchos años, para poder pagar mis alimentos en las Descalzas Reales. Yo he sido una ingrata... No hablemos, no hablemos de eso; ya no tiene remedio. Sí que le tiene, y en eso estaba pensando. ¿En eso? Sí, en el remedio. Pienso despedirme del teatro. ¡Ah! Y dar ocasión al duque para que se despida de mí... ¡Ah! ¿Y con quién piensas quedarte?
Lo que vas á hacer, querido Ra-Ra dijo , es quedarte quietecito dentro de este bolsillo, donde encontrarás una agradable sorpresa. ¿Crees que voy á perder el tiempo mezclándome en esta ridícula guerra entre hombres y mujeres?... ¡A callar! Es inútil que protestes, porque no te oiré. Ahora ya no necesito guías; puedo moverme solo.
Si quieres dijo Lorenzo, encárgame algo para tu casa. Les das recuerdos. O para Clota. «Y le dices al viejo que le voy a escribir... y que yo iré dentro de unos días» volvió a repetir Melchor. ¡Cuanto antes, Melchor! le dijo Lorenzo bajo la presión de una emoción tan intensa que casi le ahogaba la voz. ¡Cuánto antes!... tú no debes quedarte aquí. Y me quedo.
En realidad, todo lo que era él: sus empleos generosamente retribuídos, las invitaciones de que se veía objeto, el agrado con que le recibían en todas partes, lo debía á ser el esposo de «la bella Elena». La verás dentro de poco... porque tú vas á quedarte á almorzar con nosotros. No digas que no.
Palabra del Dia
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