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Actualizado: 5 de junio de 2025
10 Sobre los montes levantaré lloro y lamentación, y llanto sobre las moradas del desierto; porque desolados fueron hasta no quedar quien pase, ni oyeron bramido de ganado; desde las aves del cielo y hasta las bestias de la tierra se transportaron, y se fueron. 11 Y pondré a Jerusalén en montones; en morada de dragones; y pondré las ciudades de Judá en asolamiento, que no quede morador.
Quedé clavado al suelo. ¿Adonde? pregunté con un vago terror de algo extraordinario, maravilloso, que la palidez de Paca me infundía. No sé..., al convento me parese. Mi terror disminuyó al saber el caso concreto, y recobré la acción. Nada nos deja tan paralizados como el miedo de lo que se ignora. ¿Y cuándo se la llevan? Ahora mismito.
Un número muy pequeño me quedé asustado poseían ese raro, absoluto e indudable carácter, en el cual se reconoce toda una creación divina y humana, de poder ser imitada pero no suplida y de hacer falta a las necesidades de las gentes si se la supone ausente.
13 Y visitaré a los que moran en tierra de Egipto, como visité a Jerusalén, con cuchillo, y con hambre, y con pestilencia. 14 Y del remanente de Judá que entraron en tierra de Egipto para morar allí, no habrá quien escape, ni quien quede vivo, para volver a la tierra de Judá, por la cual suspiran ellos por volver para habitar allí; porque no volverán sino algunos fugitivos.
Pero, esa mano y ese corazón se convertirán en polvo, y el polvo de mi corazón no se confundirá con ella, y lo que quede de mí será para siempre extraño a esa alma que un momento ha reemplazado a la mía. Eso no es posible, y el amor de que hablamos, Eduardo, no es más que una invención de nuestra vanidad. ¡No hay cosa más terrestre que el amor! Es la primera conquista del hombre que resucita.
Con este ánimo iba; pero quedé atónito al ver en Turquía muchos mas templos cristianos que en la isla donde habia nacido, y hasta crecidas congregaciones de frayles, á quienes dexaban en paz rezar á la virgen María, y maldecir á Mahoma, unos en griego, otros en latin, y otros en armenio. ¡Qué honrada gente son los Turcos! exclamé.
En segundo lugar, la duda, como si dijera: ¿será posible? En tercer lugar, la certeza, concretada en estas frases: ¡ciertos son los toros! Ramón es un atrevido. Después de pensarlo, continuó señá Rosa: Usted podría resfriarse, pasando del calor de su cama al aire. Más vale que se quede usted quieto, y sea yo la que diga al tal chicharra, que si se quiere divertir, que compre una mona.
Ya no más...». Sin quitarse el mantón, había cogido al chiquillo, disponiéndose a aplacar su gran necesidad. Se sentó en la cama, para dejar a Guillermina la única silla que en la alcoba había. La santa no atendía más que al pequeñuelo, observando si la ansiedad con que mamaba iba acompañada de satisfacción: «Me temo que con esos arrebatos se quede usted sin leche».
Doña Mónica, sorprendida y confusa, no supo qué responder. Vamos, decídase usted, señora. ¡O uno u otro! La patrona vaciló unos instantes, dirigió una mirada compasiva a Barragán que inmóvil, con el tenedor suspendido sobre el plato miraba estupefacto al empleado, y profirió con trabajo: Pues bien, señor de Freire, si he de decirle la verdad... prefiero que se quede el señor de Barragán.
Le aconsejaban, dábanle indicaciones con arreglo a lo que ellos habían dicho o pensado decir al discutirse el presupuesto en tiempos de González Bravo, y acababan por murmurar con una sonrisa que le causaba escalofríos: Allá veremos: que quede usted bien.
Palabra del Dia
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