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Actualizado: 25 de junio de 2025
Una mujer sin crédito, sin pizca de vergüenza... Me espantaba toda la gente de sacristía... ¿Qué diría el arzobispo cuando fuera a pedirle la bendición para la obra?... María Villasis es la única..., la única, Pulido. Nueva manifestación de duda de la ninfa Egeria, acompañada siempre del vocativo de su Numa Pompilio, fórmula de la íntima y familiar amistad que le unía con el personaje.
No se oía nada; un zumbido colosal de colmena en momentos de mudanza, que le sacaba de quicio, poniéndole nervioso. ¡Pero que siendo tantas no haya una sola que calle! exclamó hecho un basilisco; y el señor Pulido, sin perder su pausa, con filosófica profundidad, replicó muy bajito: Las prefiero hablando, Pepe... Callar sería contra naturaleza.
Seis están en la colección siguiente de las obras de Mendoza: Obras líricas y cómicas, divinas y humanas, del canoro cisne, el más pulido, más aseado y el más cortesano cultor de las musas castellanas, D. Antonio Hurtado de Mendoza: Madrid, 1728.
Cuando acaricio su cabellera sedosa, tropiezo con un cráneo pulido, duro, amarillento, como los que asoman á flor de tierra en los cementerios abandonados. Un beso en la boca, un mordisco en la barbilla, me hacen ver el maxilar óseo con sus dientes, casi igual al de los antropoides que están en los museos.
Y el señor Pulido, dando vueltas a sus pulgares, añadió con suavísima sonrisa: ¡Oh, señora condesa!... Si usted quiere, con razón se llamará ese baile la dulce alianza... La dama extendió ambas manitas con gesto de cómico espanto. ¡Ay, no, no, Pulido, por Dios!... ¡Si así se llama la confitería de la Carrera de San Jerónimo!
Un amontonamiento de nubes densas y nítidas cual blancos vellones atrajo su mirada. Esta blancura luminosa era la del hueso pulido de los cráneos. Sueltas vedijas de vapor obscuro flotaban sobre esta nube.
El señor Pulido, con su flemática suavidad, díjole entonces: Descuida, Pepe..., pocas darán si hay que dar en secreto... El valiente Zumalacárregui, parado en firme con la réplica no menos lógica de la Villasis, replegó su guerrilla y parapetóse en el monte Aventino, con una retirada digna de Jenofonte.
Ese es grande desvario: Hay mas gusto que ser moro? Mira este galan vestido Que mi amo me le ha dado, Y otro tengo de brocado Muy mas rico y mas pulido.
Lo dudo, Pepe... ¿También a esa la encuentras peros?... La encuentro calabazas, Pepe... Butrón, muy incomodado, dio media vuelta diciendo que más bien serían camuesas, y el señor Pulido, sin perder su paz, repitió muy bajito: Digo calabazas, porque no vendrá, Pepe... ¿Que no vendrá?... Es muy propensa a constipados... Acuérdate de la última junta, Pepe.
Ellos se acercaban serios y graves, nos daban la mano a mí y a otros convidados desconocidos que estábamos como en asamblea, con el brazo rígido como si fueran a pegar una puñalada o a asigurar un ñudo, murmuraban algo que no se entendía y luego se sentaban en rueda, con toda simetría, tratando, a fuer de bien criados, de colocar los pequeños bancos de una cuarta de alto y formados por un trozo de madera pulido por el uso y las asentaderas, y con las cabeceras llenas de pequeños cortes producidos por el cuchillo al picar el naco, de modo a no dar la espalda a nadie.
Palabra del Dia
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