Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 7 de mayo de 2025
Esperamos en la Bahía de los Elefantes una larga temporada. Se decía que uno de los reyezuelos del interior iba a hacer una razzia y a traer cientos de esclavos. Después de aguardar cerca de un mes, no pudimos embarcar mas que quince o veinte negros, otras tantas negras y unos cuantos chiquillos. Era una miseria.
D era nada ménos que uno de los mas fuertes propietarios de los valiosos ferrocarriles de Francfort, y sinembargo no hacia la menor ostentacion de su riqueza. En cuanto á su familia, su carácter era tal que mas tarde, mediante la observacion, pudimos convencernos de que era típico de la buena sociedad femenina de Alemania.
Mas tarde pudimos ver tambien cuánto difiere la Alemania del Rin de la del resto de la pseudo-confederacion germánica, correspondiente á las hoyas del Danubio, el Elba y otros rios. Por una parte, las llanuras del Rin, mas abiertas al contacto del mundo, son mas accesibles al contagio de ciertas ideas, aspiraciones y costumbres, que las regiones montañosas del alto Danubio, del Elba central, etc.
Cuando terminé de escribir, salí de la biblioteca, metí la carta en un libro, llamé a la criada y le encargué que diera aquello a la hija del capitán. Temía que, al volver, me iba a encontrar a Uguarte y a Allen luchando a brazo partido. No pudimos dormir ninguno de los tres; Allen estaba indignado contra Ugarte. Antes de amanecer, salimos de casa, sin despedirnos de nadie.
Fuímonos a acostar y en toda la noche pudimos yo ni don Diego dormir, él trazando de quejarse a su padre y pedir que le sacase de allí y yo aconsejándole que lo hiciese; aunque últimamente le dije: -Señor, ¿sabéis de cierto si estamos vivos? Porque yo imagino que en la pendencia de las berceras nos mataron, y que somos ánimas que estamos en el Purgatorio.
De pronto salimos a un gran espacio abierto cuyas dimensiones no pudimos calcular a la débil luz de aquella pobre linterna. Estas cavernas se dilatan millas explicó el monje. Las galerías corren en todas direcciones y van directamente a parar debajo de la ciudad de Lucca y hacia el Arno. Jamás han sido exploradas. ¡Escuchen!
Yo insinué varias veces, hablando con doña Celestina, después de comunicarle lo que le ocurría a la muchacha, que debía dar cuenta a su hijo de lo que pasaba con la Shele; pero comprendí que era inútil y que estando en su mano no había de hacer nada con ese fin. Sabía que Juan de Aguirre navegaba en la derrota de Cádiz a Filipinas, pero ni la Shele ni yo pudimos averiguar en qué barco.
La vizcondesa había estado arrodillada cerca de mí sin que la viese y advirtiendo cuando me levanté que dejaba el bolsillo se apresuró a recogerlo. ¡Lo que pudimos reír...! Al salir, en las escaleras de la iglesia tropezamos al marqués de Cabezón de la Sal, íntimo amigo del vizconde, y nos propuso dar una vuelta por la calle de Alcalá.
Reinaba la más completa oscuridad, y todo cuanto pudimos saber, gracias a los rosales que nos rociaban con su húmedo follaje a cada ráfaga de viento, fue que estábamos en un jardín o cosa parecida. ¿Conoce usted al inquilino de esta casa? preguntó el juez a Yuba-Bill.
Este entró y salió aquel día muchas veces. En fin: que había cuchicheos misteriosos en la casa que nada bueno auguraban. No participé de sus temores. Gracias a esta solemne promesa se tranquilizó, y pudimos gozar de las dos horas que la generosidad de doña Tula nos otorgaba. En la mañana del otro día hice un ensayo general de la lectura poética.
Palabra del Dia
Otros Mirando