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Actualizado: 5 de julio de 2025


Se trataba, por lo tanto, de una imperdonable torpeza, de un incidente sencillo, sin la menor importancia, que no pueden jamás constituir una ofensa. Dada la posición social y educación de maese L'Ambert, no podía nadie suponerle capaz de dar un puñetazo a Ayvaz-Bey. Su bien conocida miopía y la semioscuridad del pasaje eran las culpables de todo.

El Magistral se sacudió dentro de la sotana, como entre cadenas, y descargó un puñetazo de Hércules sobre el testero del sofá. Después procuró recobrar la razón, se pasó las manos por la frente; requirió el manteo; buscó el sombrero de teja, se obstinó en callar, buscó a tientas la puerta y salió sin volver la cabeza.

Entonces su negra cólera se deshizo en injurias candentes, interminables. Velázquez las escuchó un rato con calma bebiendo á sorbos el vaso de vino que tenía delante; pero al cabo se hicieron tan pesadas, que no pudo sufrirlas más tiempo. ¡Ea, señoras! ¿Qué va aquí jugado? profirió dando un fuerte puñetazo sobre la mesa. ¿Quieren ustedes que dure esta guasa toda la noche?

A los postres llegó una nueva carta, y el general exclamó, dando en la mesa un puñetazo que lo echó a rodar todo: ¡Sólo esto faltaba!... Enrique está herido. Cecilia palideció, y observé que temblaban sus labios. , herido; le han dado una estocada... prosiguió el general. ¡Torpe! Tranquilícese usted dijo a su suegra, que saboreaba impasible una taza de café.

Heme aquí frente a un turco por una imperdonable torpeza; porque yo no tengo motivos para querer mal a ese pobre muchacho... La chica, por otra parte, me es del todo indiferente... ¡Que se la quede en buen hora! ¡Degollarse dos personas decentes por la señorita Victorina Tompain!... El maldito puñetazo es lo que no tiene arreglo...

Todo se le volvia suspirar con bramidos, pasearse á trancos, beber buches de agua y dar algún puñetazo ea la pared. ¡Tremendo caso aquel! ¡Cuántas esperanzas desvanecidas!... ¡Aquella flor del mundo segada y marchita! Esto era para volverse loco.

El sol era una mancha tenue al remontarse entre telones de bruma. Los árboles lloraban por todas las aristas de sus cortezas. Un trueno rasgó el aire, próximo y ruidoso, como si estallase junto al castillo. Desnoyers vaciló, creyendo haber recibido un puñetazo en el pecho. Los demás hombres permanecieron impasibles, con la indiferencia de la costumbre.

Yo me conservaba en mis apariencias y en mis bríos de cincuenta, cuando de improviso la naturaleza ha dicho: «¡Que me voy... que no puedo más...!». Fortunata había notado el bajón; pero, como es natural, no hablaba de semejante cosa. «Lo que más me carga dijo D. Evaristo con rabia, dando un puñetazo en el brazo del sillón , es que la vista... Yo siempre he tenido una vista como un lince.

Siguió haciendo guiños a la copa que tenía delante y, después de apurarla muy reposadamente y chasquear tres o cuatro veces la lengua, dijo: Despacio, despacio, Fray Diego; usted no sabe todavía lo que son los papas. ¡Viva el papa soberano de todos los reyes de la tierra! volvió a exclamar el cura, dando otro puñetazo más fuerte. Cuidado, Fray Diego, que los papas han sido siempre muy ambiciosos.

¡Ay! ¡ay! observó la poetisa; eso de las murgas es deplorable. Ya ha vuelto usted á caer en la sentinaAl oir esto, otro de los personajes que me escuchaban rompió por primera vez su silencio, y con atronadora voz, dando en la mesa un puñetazo que nos asustó á todos, dijo: «No está sino muy bien, magnífico, sorprendente.

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