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Actualizado: 3 de julio de 2025


Aterrado y no sabiendo que hacer ante semejante prodigio, quedéme atónito por un momento temblando como un azogado... Me repuse... Creyendo que aquello era vana ilusion traté de distraerme prosiguiendo la lectura de la segunda palabra. Apenas la pronuncio, la caja se cierra, la cabeza desaparece y en su lugar encuentro otra vez el puñado de cenizas.

En aquella campaña, un puñado de frailes contuvieron la dominación inglesa, teniendo en continua alarma á las centuplicadas fuerzas de los enemigos. La influencia que entonces y ahora tiene el fraile de Filipinas, es preciso ser loco para no apreciarla y comprenderla. Como ejemplo de su influencia y de su poder citaremos un episodio acaecido en la insurrección de Cavite.

Si te traigo de la romería rosquillas no las quieres; si te doy un puñado de avellanas las tomas por compromiso, cascas una entre los dientes y das las otras á las amigas... En fin, que mi persona te apesta y mis palabras te cansan, más que el chillar de un carro... Si quieres que no venga más por aquí dílo de una vez y no volveré.

Fue en una de esas excursiones gigantescas que el viajero moderno, recorriendo las mismas regiones con todos los elementos necesarios, apenas alcanza a comprender, dónde Federmann, partiendo de Maracaibo y recorriendo las llanuras de Cúcuta y Casanare, mortales aun en el día, apareció en lo alto de la sabana de Bogotá, a 2.700 metros sobre el nivel del mar, al tiempo que Benalcázar, salido de Quito, plantaba sus reales en la parte opuesta de la planicie, formando simultáneamente el triángulo Quesada que, después de remontar el Magdalena, había trepado, con un puñado de hombres, las tres gradas gigantes que se levantan entre el río y la altiplanicie. ¡Cómo tenderían ávidos los ojos los tres conquistadores sobre la sabana maravillosa donde pululan millares de chipchas, entregados a la agricultura, tan desarrollada como en el Perú!...

Retrocedió Pilar desorientada; y riéndose en seguida con su cínico reír, exclamó: ¿No es más que eso? ¡Vaya un secreto! ¡Gran puñado son tres moscas! Por Dios suplicó apurada Lucía , que a nadie se lo indiques.... Yo me muero por saberlo, pero si se entera... alguien.... Miranda, o así....

Martín mete la mano en el bolsillo, le tira un puñado de monedas de plata y le dice: ¡Quiero quedarme solo con él! Y cuando ha cerrado la puerta, detrás del tabernero, que sale inclinándose, se aproxima lentamente a su hermano, que, con el rostro entre las manos, permanece inmóvil, agazapado en un rincón.

Lo que más le interesaba por el momento eran las indemnizaciones que iba á tomar pronto por los terrenos expropiados en Carrio. Al fin no había tenido más remedio que ceder ante la fuerza mayor. Las tierras iban á ser partidas por el ferrocarril minero, y un puñado de oro iba á caer en sus manos. Lo agrio con lo dulce.

Decíase también que era la única hija del barón de Morel y que mal podía poner los ojos en ella el pobre escudero, sin un puñado de plata con que pagar el caballo y las armas con que por primera vez iba á buscar nombre y fortuna en la guerra. Pero su amor por Constanza era su vida. Ninguna consideración, ningún obstáculo, podían hacerle renunciar á él. Era una hermosa tarde de otoño.

26 Y tomará el sacerdote un puñado del presente, en memoria de ella, y hará perfume de ello sobre el altar, y después dará a beber las aguas a la mujer.

Estaba en fondos y podía convidar á sus nuevos amigos. Los soldados protestaron, riendo. «¿Admitir convites de una mujerEl único que hablaba bien el francés de todos ellos replicó con alegre protesta: Nosotros somos más ricos que usted. Nosotros cobramos en dólares. Ella miró el puñado de monedas de cobre que tenía en una mano. Céntimos, nada más; pero ¿qué importaba?...

Palabra del Dia

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