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Actualizado: 3 de junio de 2025
Pero estaba allí el comendador Príamo, demonio de la guerra, insensible al agua y al fuego, duro, malicioso y despreciador de la fatiga, que contuvo el empuje enemigo con un puñado de sus caballeros. Españoles y alemanes se rehicieron, y los turcos se replegaron, perseguidos por los sitiadores, hasta las mismas murallas de Argel.
Junto al puente de Vizcaya había vaciado sus bolsillos, derramando un puñado de pesetas entre la chiquillería que miraba con cierto asombro á un señorito, con el sombrero echado atrás, andando á grandes pasos, como un loco.
Luchando toda su vida contra infinitos obstáculos había logrado reunir un puñado de oro. Este oro le servía ahora para alimentar a algunos miles de obreros. Era su mayor satisfacción. En aquel instante, al destaparse algunas botellas de champagne, se oyeron en la mina algunas detonaciones estruendosas que hicieron empalidecer a los comensales.
Que la hubiese roto en cuatro pedazos, pase; en ocho, aún podía tolerarse; pero que la rasgase en y diez y seis, en treinta y dos, en sesenta y cuatro, que la redujese a imperceptibles trozos, era ya refinamiento, y convertirla en un puñado de átomos, era dar muestra de insigne perversidad.
Durante las elecciones, cuando muchos, casi todos, le creían manejando la complicada máquina de las influencias, el único servicio positivo y directo que prestaba era el de agente electoral. Pedía un puñado de candidaturas a Mesía y las repartía por las parroquias electorales que visitaba en sus paseos de Judío Errante.
Un clérigo de las oficinas del arzobispado lo presentó al cardenal, quien después de oírle le dio un puñado de almendras y la esperanza de ocupar una beca para que hiciese gratuitamente sus estudios en el Seminario.
Que aquella inmensidad de tierra se repartiese entre los que la trabajaban, que los pobres supieran que del surco podían sacar algo más que un puñado de céntimos y los tres gazpachos, ¡y ya se vería si los del país eran holgazanes!
Pero María se irritó; quiso que fuesen más fuertes. No, así no; con más fuerza... Pero espera un instante; déjame quitar estas joyas, que son ridículas en este momento. Y velozmente sacó todas las sortijas de los dedos, se arrancó los pendientes de las orejas y depositó el puñado de oro y pedrería a los pies de Jesús.
Reseguin, con un puñado de bravos, restablece el órden, escarmienta á los indios, y los pone en la imposibilidad de volverse á lanzar contra la autoridad pública. Su marcha hasta el Cuzco fué una série continuada de combates y triunfos. Llegó en circunstancias que el sitio de Sorata habia tenido un horrible desenlace.
Ella, por su parte, había podido apreciar el carácter caballeresco, la pronta decisión y la viril energía de aquel joven jefe encerrado en aquel precario abrigo con un puñado de forajidos, en quienes hacía vibrar las cuerdas dormidas del patriotismo, del heroísmo y del honor por la fuerza del ejemplo. Lo que no era siempre fácil.
Palabra del Dia
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