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En todas se notaban las bellas trenzas de cabello negro y abundante, á veces crespo, el labio grueso y voluptuoso, la nariz abierta y palpitante, el ojo negro y ardiente, el color pardo oscuro, la voz agitada, estentórea, libre como el soplo del viento, la risa franca y picante, el andar provocativo, con un dejo lleno de coquetería, y el carácter sencillo, hospitalario y lleno de cordialidad.

Mirándolos, mi imaginación no podía menos de personalizarlos, y aun ahora me parece que los veo acercarse, desafiarse, orzar con ímpetu para descargar su andanada, lanzarse al abordaje con ademán provocativo, retroceder con ardiente coraje para tomar más fuerza, mofarse del enemigo, increparle; me parece que les veo expresar el dolor de la herida, o exhalar noblemente el gemido de la muerte, como el gladiador que no olvida el decoro de la agonía; me parece oír el rumor de las tripulaciones, como la voz que sale de un pecho irritado, a veces alarido de entusiasmo, a veces sordo mugido de desesperación, precursor de exterminio; ahora himno de júbilo que indica la victoria; después algazara rabiosa que se pierde en el espacio, haciendo lugar a un terrible silencio que anuncia la vergüenza de la derrota.

Mas en las tardes de carreras, la presencia de gentes extrañas, y especialmente á aquellos jinetes de aire arrogante, orgullosos de sus sillas chapeadas de plata, de sus armas y de los adornos metálicos de sus trajes, parecía esparcir un malestar provocativo, mezcla de odio y de envidia, entre los rotos que iban á pie. De pronto cesaban de sonar las guitarras y había un rumor de disputa.

El más provocativo de todos debió ser La Zarabanda. El P. Mariana le da tanta importancia, que consagra á combatirla un capítulo de su libro De spectaculis, diciendo que ella sola ha hecho más daño que la peste. En el impreso mencionado, además de La Zarabanda, se habla de otros muchos bailes parecidos, cuyos nombres provienen de las palabras, con que comienzan las estrofas que los acompañan.

Majeza y hermosura que nada tenían de ordinario, vulgar y provocativo, cierta gracia andaluza, sevillana, que robaba las miradas y cautivaba el corazón.

¡Qué bilis tiene usted, tío! exclamaba Frasquito mientras los demás reían á carcajadas. ¡Casi !... Átale corto, prenda, porque si te descuidas es capaz de dejarte sin platos en la cocina... Y el viejo, á quien el vino ponía siempre provocativo, soltaba un chorro de gracias mortificantes. Los invitados se retorcían de risa.

No sólo con miradas y gestos provocativos les quemaban la sangre, sino también con picantes indirectas y con insultos groseros les ponían en el trance á cada instante de perder la paciencia y experimentar una nueva y vergonzosa derrota. Pero el más insolente, el más provocativo, el más fachendoso de todos era Toribión de Lorío.

Pero sobre todo, se había perpetuado en el alma de Perla aquella violenta lucha que reinaba en el ánimo de Ester, quien podía reconocer en su hija el mismo espíritu libre, inquieto, provocativo y desesperado, y la misma ligereza de su carácter, y aun algo del mismo abatimiento que se había apoderado de su corazón.

Cuando yo vine esta mañana, encontré grandes novedades; el rey y la reina se habían reconciliado; su majestad estaba contenta... Y el tío Manolillo más provocativo que nunca. ¡Oh! ¡no comprendo á ese hombre! ¡Oh! ¡juro á Dios dijo doña Clara, que no había olvidado la entrevista de aquella mañana con el bufón que yo conoceré á ese hombre! Paréceme, sin embargo, que tiene un buen fondo.

Dirigió éste por largo rato los gemelos a Raimundo de un modo impertinente y hasta provocativo. Nuestro joven le pagó con algunas inocentes miradas de curiosidad, porque no tenía el honor de conocer al terror de los maridos. Comprendiendo que su hermana estaría impaciente, aunque desde el palco no la perdía de vista, se alzó de la silla para despedirse.