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Actualizado: 27 de junio de 2025
Varios hombres de fuerza, con la inconsciencia propia, de su brutalidad, tiraron de una de las fajas de goma que estaba casi desprendida de la pared de plata. Inmediatamente seis de los cilindros de papel vinieron al suelo, partiéndose sobre las espaldas de los atrevidos que habían provocado el accidente, y al partirse esparcieron densas nubes de polvo rojo y picante.
En compensación de la historia de los disturbios debe recordarse, en mérito de las naciones afectadas, que tres disputas de límites que podían haber provocado una guerra, fueron sometidas a arbitraje, quedándose conformes los contendientes con el fallo rendido.
Esperad, esperad, señor dijo el duque de Uceda interceptando á su padre la puerta. En nombre de la ley divina y de la humana, apartáos, duque de Uceda exclamó Lerma con la dignidad que siempre tiene un padre respecto á su hijo. Esperad, os lo suplico, señor, no somos, os lo repito, el padre y el hijo, somos dos enemigos; vuestra es la culpa de esta enemistad; me habéis provocado.
El de la hopalanda, no bien se acercó lo suficiente, pronunció un «a los pies de ustedes, zeñoras», que hubiera provocado una explosión de carcajadas, si al pronto no pudiese más la curiosidad que la risa. ¡Tenía el bueno del hombre una voz tan rara, ceceosa a la andaluza, y una pronunciación tan recalcada!
Recordó la estrecha amistad que había unido a los dos adversarios, su viaje «arrostrando los peligros del mar». Un momento de olvido o de error había provocado un incidente lamentable; pero los buenos caballeros, cuando llegan adonde ellos habían llegado, sin miedo y sin reproche, podían darse todavía una explicación leal, evitando el lance.
Aquel día había sido idéntico a otros incontables días, en el rodar de los días de Belarmino. Y, sin embargo, aquél era un día señero, un día crítico, un día que le había provocado una intuición profunda del porvenir, o, como Belarmino se decía a sí mismo en aquellos instantes, empleando el tecnicismo esotérico de su inventiva, un faraón crónico.
En Cuba, por razones de nadie desconocidas, no se procedió nunca contra los revoltosos con bastante energía; y tal vez haya sido esto causa de que los procedimientos de rigor puestos en planta en esta campaña por los jefes y oficiales del ejército, quienes, dicho sea de paso, se limitaban á cumplir las órdenes é instrucciones que recibían de sus superiores, hayan causado general sorpresa y provocado en no pocas ocasiones censuras y protestas, absolutamente injustificadas en la inmensa mayoría de los casos.
Don Pascual sostenía, además, que Juanita no había provocado la audaz acometida de don Andrés, a la que daba por única causa el engreimiento del cacique y su convicción de que todo había de rendirse a su voluntad y ser propicio a su deseo. No bien se enteró Juanita de todo esto oyendo hablar al maestro de escuela, procuró que terminase la visita y que este se fuera.
Tal vez no, tal vez no...». Cuando esta idea u otra semejante le refrescaba el recuerdo de la inaudita escena y altercado en el gabinete de la santa, sentía la pobre mujer que la conciencia se le alborotaba, y no podía aplacarla ni aun arguyéndose que la otra la había provocado. «Me cegué, no supe lo que hice.
Algunas, ignorando, como ignoraban todas, excepto la Butrón y la de Bara, el modo cómo había de nombrarse la junta, dejaron escapar la idea entre sus misteriosos cuchicheos, y la señora de Martínez, con ingenua sinceridad, algún tanto lugareña, soltó esta frase, que hubiera provocado en otra ocasión las crudas sátiras de la de Bara: ¡Esa sí que es una marquesa de veras!...
Palabra del Dia
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