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Actualizado: 5 de junio de 2025


Al instante expuso su pretensión de prórroga, empleando sonrisas amables y los términos más dulces que podía imaginar. Pero Torquemada oyó la proposición con fría seriedad, y luego, ofreciendo a las miradas de Rosalía la rosca formada con sus dedos, como se ofrece la hostia a la adoración de los fieles, le dijo estas palabras fatídicas.

Weissbein, ya resulta bastante difícil el ser catalán o gallego, para que se le permita a nadie ser ruso. Si quiere usted vivir tranquilo entre nosotros, hágase usted de Vallecas o de Getafe y renuncie incontinenti a toda pretensión moscovita.

He residido veinte y siete días en la metrópoli española, aprovechando todos los momentos y todas las relaciones para palpar y comprender los rasgos principales de su fisonomía social; y tengo la pretension de no haber perdido mi tiempo. Seré tan minucioso en los pormenores cuanto lo permitan el interes de los objetos y la paciencia del lector.

De maldita de Dios la cosa sirvieran los contratos de compraventa, si al tiempo de consumarlos no llevaran más requisitos que el mutuo convenio de los contratantes y el ante del tabelión más competente del juzgado. Y cuidado, señores legistas, con atribuirme la pretensión de poner en duda la legalidad de las fórmulas que sobre el particular se vengan usando desde la fecha de las Pandectas.

De repente, sin que ella lo advirtiera, se asomó a uno de ellos el editor, acompañado de otro caballero, y, suspendiendo ambos la conversación, escucharon a Cristeta, que siguió cantando con agradables modulaciones, ajena de toda pretensión vanidosa, como pájaro incapaz de sospechar que nadie se detenga a oírle.

Aun aquél que estime excesiva esta pretensión, ha de confesar, á lo menos, que el que usufructúe así las obras preexistentes, muestre simpatía por sus bellezas y por sus rasgos más notables, en vez de deslustrarlos, haciéndolos siempre descollar al presentarlos como suyos de nuevo.

Luego que pasó á mejor vida Enrique IV dejando tan postrados los reinos de Castilla i Leon i reducidos á tanta pobreza, quedó en el trono su hermana doña Isabel no obstante la pretension de doña Juana la Beltraneja, hija que era, ó que se decia, del difunto monarca i esposa del rei de Portugal que con poderoso ejército intentó sustentar en campaña los derechos que se atribuia para la gobernacion de estas tierras.

Pensó contarle la insolente pretensión de don Andrés para que don Paco le tuviese a raya; pero pronto desistió de tan cobarde propósito. Al fin, como Juanita era muy devota, tomó su mantón y se fue a rezar a la iglesia, esperando encontrar allí inspiración y consuelo. Juana se había ido ya de nuevo a casa de don Andrés a continuar sus ocupaciones culinarias y sus preparativos de la gran cena.

El gesto peculiar de aquel hombre me sugería la idea de un ser que vive aspirando un mal olor constante a su alrededor. Su rostro era una mueca perpetua contra los miasmas, que se exageraba de una manera alarmante cuando él tenía la pretensión de sonreírse.

Preséntase, pues, al Rey con este propósito, y sin decir la causa; pero haciendo al Monarca fervorosas y vehementes súplicas, y prometiendo descubrirle el secreto al día siguiente, le pide que aprisione al Conde. Concédesele su pretensión, y el Duque, sin ser conocido, asiste á la entrevista fijada para otro.

Palabra del Dia

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