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Actualizado: 21 de octubre de 2025
No habrás dejado de reparar que la querida Diana, siente por mí la clásica simpatía de las personas que se han criado juntas, cuando, por milagro, no se detestan. Pues, en estos casos, sucede una u otra cosa. Hacia los veinte años, por poco que escaseen los pretendientes, la prima descubre de pronto que el primo es lo que le conviene.
Fueron uno tras otro sentándose todos al lado de Margalida, que respondía en voz queda a sus palabras. Fingía no ver a don Jaime; casi le volvía la espalda. Los pretendientes que aguardaban su vez estaban taciturnos, sin la alegre charla con que entretenían su espera en otras noches.
Algunas veces, cuando los pretendientes eran muchos y apremiaba el tiempo, la atlota hablaba con dos a la vez, haciendo esfuerzos de habilidad para no dar la preferencia a uno sobre otro... Así continuaban los cortejos hasta que ella manifestaba su preferencia por un atlot, sin tener en cuenta la voluntad de sus padres. En esta corta primavera de su vida, la mujer era reina.
Nadie pondrá en duda nuestro amor ardiente; nadie se dirá: Diana es una joven prudente; no tiene ninguno de los gustos, ninguna de las aspiraciones de su primo; pero, como los pretendientes no abundan, no quiere quedarse para vestir imágenes. La vida de familia la abruma; desea llevar una vida más mundana; entonces ¿por qué no echarle el anzuelo al primo?
En todo este tiempo no se permitia á la reyna comunicar con nadie: solo se le daba licencia para que asistiera á los juegos cubierta de un velo; pero no se le consentia hablar con ninguno de los pretendientes, porque no hubiese injusticia ni valimiento. Este aviso daba Astarte á su amante, esperando que acreditada por ella mas valor y discrecion que nadie.
Visita a don Román, tu maestro; al doctor Sarmiento, que es tan bueno con nosotras; a don Basilio, que te quiere tanto; al señor Fernández.... No; a ese no, porque no te conoce. Es el dueño de la hacienda de Santa Clara. ¡Muy buena persona! Ya irás con Pepa. Ya verás: ¡tiene una hija como una plata! Aquí no le faltan pretendientes.... Ya la conocerás.... ¿Almorzaste bien?
Entró con paso decidido, sin saludar a nadie, seguido del perro, que olisqueaba sus piernas con gruñido cariñoso, y fue rectamente a ocupar la silla vacía junto a Margalida: el lugar reservado a los pretendientes. Al sentarse se echó atrás la capucha y fijó sus ojos en la muchacha. ¡Ah! gimió ésta, pálida, con los ojos agrandados por la sorpresa.
A dios, conversaciones suficientes A entretener un pecho cuidadoso, Y á dos mil desvalidos pretendientes. A dios, sitio agradable y mentiroso, Do fueron dos gigantes abrasados Con el rayo de Jupiter fogoso. A dios teatros publicos, honrados Por la ignorancia que ensalzada veo En cien mil disparates recitados.
La lucha estaba empeñadísima, no por razón de los votos, que estaban perfectamente contados de antemano, sino porque los del Camarote, que habían de resultar vencidos, tenían preparada una zancadilla parlamentaria, para inutilizar al candidato de sus enemigos, por faltarle algunos meses de práctica, para llenar el tiempo que el municipio había impuesto como condición a los pretendientes.
Aconséjanle las hadas protectoras que se encamine á la ciudad de Creta, porque en ella recibirá una dicha sorprendente é inesperada. Las obedece, y gana pronto con su afabilidad las simpatías de una dama distinguida que la prohija. En la última escena, Eismena, en la flor de sus años, hereda, por muerte de su madre adoptiva, una fortuna considerable, y es solicitada por muchos pretendientes.
Palabra del Dia
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