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Actualizado: 21 de octubre de 2025


Cien memoriales he dado, otras tantas espaldas he visto. Deje usted; veremos si estas circunstancias se fijan, me dicen los unos. Espere usted, me responden los otros: hay tantos pretendientes en estas circunstancias. Pero, señor, replico yo, también es preciso vivir en estas circunstancias. ¿Y no hay circunstancias para los que logran?

Pío IX debía de tener la presciencia de mis pretendientes exclamó Francisca con graciosa convicción. ¿Y qué van ustedes a hacer de todas estas noticias? Nada respondió la de Ribert.

Amaba a Margalida, a la gentil «Flor de almendro»; estaba convencido de su pasión, e iría donde ella le arrastrase. Su propósito era hacer en adelante lo que le ordenara su voluntad, sin escrúpulos ni prejuicios. Bastante tiempo había sido esclavo de ellos. No; ni reflexión ni arrepentimiento. Amaba a Margalida, y era uno de sus pretendientes, con el mismo derecho que cualquier atlot de la isla.

Necesitas a tu lado un hombre, un marido. Tienes alma, temple, instintos y virtudes matrimoniales. Pues bien: en la caterva de tus pretendientes, forzoso será que elija yo uno, el mejor, el que por sus cualidades sea digno de ti.

, lo concedo, y de eso tiene la culpa la educación moderna; pero, en suma, sus amigas de usted serían «dejadas por cuenta» puesto que los pretendientes que ellas aceptarían no las quieren... Pero entonces balbucí confundida, las solteronas han hecho ellas mismas su reputación... En mucha parte, afirmó la de Ribert.

El amor embravece a los hombres, y todos los atlots pretendientes de Margalida, al verle enfrente como rival, ya no le tenían miedo y hasta osaban atropellar su temible persona. Una noche se había presentado con una guitarra, proponiéndose invertir en músicas gran parte del tiempo que correspondía a otros.

Los pretendientes cayeron sobre Cristeta como moscas sobre pastel fresco; mas por ninguna de aquellas conquistas se sintió halagada. Cuantos hombres se le acercaban traían imaginado que era cosa de llegar y besar el santo, con tal de echar antes alguna limosna en el cepillo.

Los pretendientes desdeñados, que antes lo llevaban todo con resignación, dando por supuesto que los consolaba, que los desdenes de doña Luz nacían de su amor a Dios y al cielo, cuando supieron que doña Luz gustaba tanto de la tierra y de otro hombre como ellos, no la perdonaron tampoco, y censuraron su ligereza.

Pero, Francisca dijimos con indignación, ¿cómo puede usted decir una cosa semejante? Dios mío, no griten ustedes tanto respondió poniéndose las manos en los oídos. Certifico que un exceso de cualidades en la mujer aleja a los pretendientes... En cambio una llena de defectos se casa en seguida. Entonces está usted madura para el matrimonio respondió la de Ribert medio enfadada, medio en broma...

Estoy muy inquieta por la salud de Cesarina, y por el casamiento de Susana, que cuenta ya cerca de veintiún años. En este momento, bien pocas riquezas podemos ofrecer a sus pretendientes. ¿Qué mayor riqueza que las virtudes que atesora su corazón y la belleza incomparable de su rostro?

Palabra del Dia

neguéis

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