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Actualizado: 21 de octubre de 2025
Una idea extravagante cruzó por la cabeza de Bettina, inclinose sobre la portezuela y exclamó, acompañando sus palabras con un pequeño saludo con la mano: ¡Adiós, mis pretendientes, adiós! Luego se echó bruscamente para atrás, presa de un acceso de risa nerviosa. ¡Ah, Zuzie, Zuzie! ¿Qué hay? Un hombre con una bandera roja en la mano... me ha visto... ¡me ha oído!... ¡Y se ha quedado asombrado!...
Me dejó completamente libre para elegir y se contentó con mis razones sin pies ni cabeza, para rechazar a mis pretendientes. ¿Y no eras tú la que tenías tanta prisa por casarte, Reina? me preguntó Blanca. No me casaré, si no encuentro lo que deseo. ¡Ah! ¿y qué deseas? No lo sé aún respondile con la garganta oprimida. Blanca me tomó la cara con ambas manos y me miró con atención.
El conde Alarcos, de Mira de Mescua, es en todo inferior á la del mismo título de Guillén de Castro . En La tercera de sí misma y en El Fénix de Salamanca imita á Tirso de Molina, pero sólo en sus más groseros rasgos. Mejor es el plan y el desarrollo de Galán, valiente y discreto. La duquesa de Mantua sospecha que los cuatro pretendientes á su mano se proponen únicamente poseer sus estados.
Preséntanse diversos pretendientes á su mano, y, entre otros, un hidalgo campesino, sencillo y rústico, natural de Asturias, y de nombre Toribio, blanco de continuas burlas de ambas doncellas.
El buen Pep, satisfecho de poder fingir una bravura sin límites a costa del respeto de los pretendientes de su hija, amontonaba bravata sobre bravata, hablando de matar al que faltase a lo convenido, mientras los atlots le escuchaban con la vista humilde y una mueca de ironía debajo de la nariz. El trato quedó cerrado. El jueves próximo sería la primera velada en Can Mallorquí.
El rey que estaba avisado, habia hecho poner todos sus tesoros en la galería. Quando llegáron los pretendientes á la sala, mandó su magestad que baylaran, y nunca se habian visto baylarines mas topos ni con ménos desenvoltura; todos andaban la cabeza baxa, las espaldas corvas, y las manos pegadas al cuerpo. ¡Qué bribones! decia en voz baxa Zadig.
Además de escandalizar con aquel lujo y de provocar a los hombres hasta en los lugares sagrados, turbando el sosiego de los espíritus e impidiendo su elevación, se gasta para sustentar dicho lujo más de lo que honradamente se gana; se aceptan regalos de los pretendientes y se les sonsaca el dinero.
Lo cierto es que trataba a sus pretendientes con ostensible despego. ¡Qué esfuerzos hacía cada uno de ellos por aventajar a los otros en cortesía, donaire y gentileza! ¡Cuántos cartuchos de confites entregados con emoción y olvidados inmediatamente sobre la mesa! ¡Cuánto requiebro, cuánta galantería perdidos en el aire!
Presentóse una cáfila tal de pretendientes, que no hubieran podido caber en una esquadra. Queriendo Candido escoger los que mejor educados parecian, señaló hasta unos veinte que le parecieron mas sociables, y todos pretendían que merecían la preferencia.
Venía a recomendar el pronto despacho de una expedición a la agencia de Preces; y algunos asuntos de capellanías.... Hubo que acudir a los registros, consultar a los empleados. El Magistral, distraído, se aventuró a pasar del despacho a la oficina y allí se vio rodeado de litigantes, de pretendientes, casi todos muy afeitados, todos vestidos de negro, o con sotana o con levita que lo parecía.
Palabra del Dia
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