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Actualizado: 20 de julio de 2025
Y Adolfo «se apersonó» a Publio Esperoni, pidiendo «rectificara» la noticia. Recibiole Publio cortésmente y se lo prometió. Mas su rectificación no fue un verdadero desmentido. Como La Mañana se pretendía infalible, limitose a decir que «la noticia anunciada del próximo enlace de la señorita Rosa Itualde y el capitán Pérez era todavía prematura.
Es imposible que Dios ayude a ustedes. En vano pretendía dar dulzura a sus frases: la extraordinaria viveza de los ojos acusaba una resolución enérgica. No, madre; no esperen ustedes alivio ni amparo. En casa no hay religión, no se reza, no se practica una sola devoción... Da grima pensarlo.
Tía Pepa salió a mi encuentro, reclinó en mi hombro la encanecida cabeza, y sin decir una palabra me abrazó fuertemente. Cuando regresamos del cementerio me retiré a mi cuarto. Allá me siguió Andrés. Sentado cerca de mi pretendía distraerme con no sé qué historias de mi infancia. Yo le oía sin contestar. De pronto entró mi tía. Rorró: ¿te dieron una carta de Angelina? No. ¿Cómo no?
De qué iba á tratar; cuál era la comisión que de D. Juan Idiáquez se le suponía; por qué con tanta insistencia pretendía una entrevista, podrá entenderse por cartas cifradas que al mismo Secretario Idiáquez envió el Encargado de Negocios de España, D. Diego de Ibarra, al tener noticia inexacta de la llegada del proscripto.
Don Rosendo pretendía esparcirlo profusamente por la provincia, enviarlo a todas las de España, y hasta darlo a conocer en las naciones extranjeras. Tanto aquél como sus socios asistieron con interés al acto de funcionar la máquina.
Contaba un amigo mío, marino, que cuando estuvo en ciertas ciudades de América, era muy mozo, y pretendía a las damas con sobrada precipitación, y que ellas le decían con un tonillo lánguido americano: ¡Apenas llega y ya quiere!... ¡Haga méritos si puede! . Si esto pudieron decir aquellas señoras, ¿qué no dirá el cielo a los audaces que pretenden escalarle sin méritos y en un abrir y cerrar de ojos?
Necesitábase un capital respetable para realizarlo, atento a las comodidades y boato con que Joaquinita pretendía viajar. Pidió a préstamo sobre algunas de sus fincas 30.000 duros y salieron de Madrid. En Hendaya vieron en la fonda del ferrocarril tomando chocolate a Federico Torres, un sietemesino madrileño hijo de un ministro del Tribunal de Cuentas.
No, no digo yo eso, ni lo pienso, doña Juana; pero cuando la expulsión de los moriscos... la reina creía que el edicto era demasiado riguroso... pretendía que los reinos de Granada y Valencia iban á quedar despoblados... me indicó otros medios... estábamos solos la reina y yo... al día siguiente en el despacho, estuvo Lerma taciturno y serio y me hizo comprender con buenas palabras que lo sabía todo... es más: extremó los rigores, sin duda saludables, de la ejecución del edicto, y yo tuve después con la reina un serio disgusto; ahora, con la expedición de Inglaterra, la reina pretende que es aventurada, ruinosa, ineficaz... Lerma ha enviado allá á don Juan de Aguilar y la reina se ha negado á recibirme de todo punto.
Seguido de sus apóstoles (dos docenas de inocentes, poseedores de una audacia loca), Taboada iba pronunciando discursos contra el gobierno, que pretendía imponer á la fuerza su candidato, y contra los otros candidatos, generales que no valían más que su contrincante.
Nada a pesar de mi empeño hubiéramos hecho todavía, si un imprevisto suceso no hubiera reanimado el espíritu reacio de Balarán, atizando su ambición con la ira y los celos y prestándole actividad y arrojo. La bella Urbási, a quien Balarán pretendía y adoraba rendido, desapareció de su magnífica vivienda; fue víctima de misterioso rapto.
Palabra del Dia
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