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Magdalena pareció tranquilizarse a costa de un gran esfuerzo y preguntó por el cura. Ya ha venido respondió el señor de Avrigny. Quiero verle en seguida dijo Magdalena. Entonces su padre envió a llamar al sacerdote, que no tardó en presentarse.

Se apercibió de que su aspecto y sus maneras, contrastaban con las de aquellos jóvenes tan seductores exteriormente. Se veía en seguida que no habían sido obreros, ellos. Sabían vestirse con gusto, presentarse de una manera especial, hablar un lenguaje refinado, en fin muchas cosas que revelaban la casta privilegiada de que procedían.

Se fastidiaba en su aislamiento: sólo tenía un momento alegre cuando se encontraba con él. ¡Cuántas veces sentía el impulso de coger el tren é ir á buscarle en las minas! ¡Pero tenía tantas ocupaciones! ¡Sentía tanto miedo á presentarse en aquel feudo de la montaña, donde todos le pedían algo!... Sólo en Bilbao, condenado á la servidumbre de la riqueza, á vigilar y ordenar la llegada de aquel chorro de dinero que se metía por sus puertas sin desviar su curso, se aburría, falto de deseos y aspiraciones, con el bostezo del que nada espera, que es el más triste de los fastidios.

Gran parte de aquellos efectos habían sido llevados de la casa de la Dorotea; el resto comprado acá y allá, donde se había encontrado y por lo que habían pedido. Aquel era un capricho de la Dorotea que la costaba algunos miles de ducados. ¿Pero qué importaba esto? quería presentarse hermosa y grande ante su amante en una habitación rica y bella.

Yo me quedo aquí». A pesar de lo trastornadas que estaban sus facultades, Fortunata supo apreciar el verdadero sentido de aquella resistencia de Jacinta a presentarse con la niña. Era un sentimiento de modestia y delicadeza. Quería sustraerse a las manifestaciones de gratitud de la pobre enferma, y evitarle a esta el sonrojo de su desairada situación como madre.

De pronto tomaba el tren para presentarse por sorpresa en aquel hotelito de Madrid, nido ilegal y misterioso de su felicidad. Varias cartas anónimas le habían avisado las infidelidades de Judith. Alguna buena alma que conocía su dicha y deseaba turbarla: tal vez una antigua compañera de la divette, envidiosa de su bienestar.

Todo esto resultaba ridículo, bien lo sabía él; mejor era presentarse sin disfraz, con toda su pequeñez. Reconocía que era imposible aquella lucha para igualarse con los mil fantasmas que llenaban la memoria de Leonora; ¡pero qué no haría él por despertar aquel corazón por ser amado un momento, un día nada más, y después morir!

Si usted tuviese vergüenza...»; etc. Dora piensa que la vergüenza parece el nombre de una piel; no ha perdido la serenidad un solo instante; decide presentarse en la calle Molitor y ver a la señorita que fué la buena amiga de su futuro. Parte, pues, acompañada de su aya, a la que pone de centinela delante del 26 de la calle Molitor.

¡Era demasiado! ¡No, por Cristo, aunque pasara lo de «jettatore», yo no podía dejar pasar lo de no ser caballero!... Así fue que en el mismo día puse, con mi nombre y mi dirección, un aviso en dos importantes diarios: «Se necesita un profesor de bridge. Es inútil presentarse si no se posee especial competencia, demostrada en algún diploma técnico o universitario.

El exámen si está bien hecho, debe conducir al conocimiento del fondo de las cosas. Si pues en este fondo hay la identidad, la identidad debe presentarse, y tanto mas visible cuanto el exámen es mas profundo. En tal caso hay círculo, mas vicioso: dos ideas se explican la una por la otra, á causa de que las dos son una misma.