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Actualizado: 5 de junio de 2025
Las buenas señoras que me protegen me dan dinero y muchos trajes, me recomiendan que me cuide, y yo digo que sí a todo, pero regalo lo mejor de sus limosnas a los pobres que viven en el pecado, para ver si de este modo los ablando y se arrepienten. Como seglar, procuro presentarme limpio y decentito: creo que voy bastante bien. Al decir esto se miraba de los pies al pecho.
Entonces, ¿cree usted que puedo presentarme en casa de ellos sin inconvenientes? Sin duda, y aun creo que los inconvenientes estarían en no hacerlo así, porque Fabrice no se podría explicar su abstención, buscaría la causa y caería en sospechas del cuál fuese ella, lo que para nadie sería una ventaja.
Gracias á la claridad de la noche hallé fácilmente el camino. Una hora después llegaba al castillo. Se me dijo que el doctor Desmarest estaba en el salón. Me apresuré á presentarme á él, y hallé allí como una docena de personas, cuyo continente acusaba su estado de preocupación y de alarma.
Dígolo, porque, si bien siento en mí cierto ardorcillo, no puedo menos de asustarme cuando oigo muy de cerca los tiros.... Pero eso pasará; que a todo se hacen los hombres.... Voy a presentarme al general, para que disponga de mí. Adiós... buena suerte y cuente usted con un amigo. Venga un abrazo. Salvador le abrazó riendo.
Le dije también que, aunque Suárez hubiera sido discreto, tenía el convencimiento firme de que tramaba algo contra nosotros y que pronto se había de ver el resultado. Convino conmigo en que era imposible que volviese a presentarme en su casa.
La señora Chermidy tendría el derecho de hacerme expulsar de este mundo por la justicia. Y diga usted, doctor, ¿me veré obligada a presentarme al señor de Villanera? El señor Le Bris contestó con un imperceptible signo afirmativo. Bueno dijo ella , le haré buena cara. En cuanto al niño, le besaré de muy buena gana. Siempre me han gustado los niños.
Desperté muy agitado. Aunque estoy mejor, aún me dura la alteración nerviosa. No sé si llegaré á presentarme otra vez en la Segada. Quisiera tener fuerzas para huir de estos sitios. Síntomas graves. EL calor había alcanzado su grado máximo.
¡Qué me importa lo que murmuren! decía una noche en el dormitorio de Leonora a donde subía cautelosamente todas las noches. Mira si te quiero, que desearía ver a toda esa gente prestándote adoración. Quisiera poder cogerte en brazos así como estás, casi desnuda, y en pleno mediodía presentarme en el puente del Arrabal ante la muchedumbre embobada por tu belleza: «¿Soy o no soy vuestro jefe?
Hoy ha tenido la complacencia de presentarme a ella. Y en pocas palabras le puse al corriente de lo que me convenía hacerle conocer de la vida doméstica de Agustín. ¿De modo que has visto cosas que te han edificado? Aquella resistencia a dejarse impresionar por un tal ejemplo de valerosa probidad me desagradó y nada le contesté.
Yo vivo en Barcelona continuó el viejo , pero mi compañero de este distrito murió hace poco de la última borrachera, y ayer, al presentarme en la Audiencia, me dijo un alguacil: «Nicomedes...» Porque yo soy Nicomedes Terruño. ¿No ha oído usted hablar de mí?... Es extraño; la prensa ha publicado muchas veces mi nombre. «Nicomedes, de orden del señor presidente que tomes el tren de esta noche.» Vengo con el propósito de meterme en una fonda hasta el día del trabajo, y desde la estación me traen aquí, por no sé qué miedos y precauciones; y para mayor escarnio, me quieren alojar don las ratas. ¿Ha visto usted? ¿Es esto manera de tratar a los funcionarios de justicia?
Palabra del Dia
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