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Actualizado: 5 de mayo de 2025


En tal concepto, y cediendo además a las exigencias de mis amigos y de otras muchas personas de saber y de arraigo, me he decidido a presentarme candidato independiente para diputado a Cortes por ese distrito, en las próximas elecciones; y como usted es uno de los hombres que más legítima influencia ejercen en ella, a usted acudo en demanda de su cooperación, en la esperanza de que me la prestará cumplida; por lo cual le anticipa las gracias y se ofrece nuevamente de usted afectísimo amigo y seguro servidor q.b.s.m.,

Curra... Esa Curra... que es atroz, hija, atroz... ¡No vuelvo a presentarme en público con ella!... No me gustan evidencias; no quiero escándalos... Por eso dije: aunque sólo sea este entreacto, me la quito de encima y me voy con Carmen... Gracias por la elección, querida...

Doy doblemente las gracias al señor de Tragomer, puesto que me ha hecho el honor de presentarme á usted, miss Harvey, y me ha procurado el placer de oir á la gran artista miss Hawkins. ¿Vive usted en Londres, sir Carlton? preguntó Maud. Hace una semana. Soy un pobre provinciano y llego de un país al que me habían llevado reveses de fortuna.

En su opinión, lo que yo debía hacer ahora era presentarme a la madre de Gloria, pintarle mi pasión por su hija, echarme a sus pies y suplicarle que la sacase del convento y nos permitiese casarnos y ser felices. El consejo era poco práctico, y me convenció de que los amores del aspirante a telégrafos habían dejado en el espíritu de Matildita una huella indeleble de romanticismo.

Fortunato tuvo miedo de este enternecimiento y respondió con volubilidad: No pensemos en eso, querida prima. Preparémonos á ser compadres. Y á propósito, hazme el favor de presentarme á tu encantadora sobrina. La frente de Clementina se contrajo. Esta primera ejecución del convenio le padecía humillante. Tuvo, sin embargo, que resignarse y abriendo la puerta del salón, llamóBobart!"

Todo concluyó para les decía; soy hombre muerto; no me queda otro recurso que saltarme la tapa de los sesos. ¿Cómo presentarme de nuevo en sociedad, en la Opera, ni en ningún otro teatro? ¿Queréis que comparezca ante el mundo con esta cara grotesca y lamentable, que excitará en unos la risa y en otros la compasión? ¡Bah! respondiole el marqués, la gente se acostumbra a todo.

Yo no quiero ni puedo presentarme ante ti como una santa: el mundo te habrá enterado perfectamente de que no lo soy. Hice muchas locuras en la vida... escandalicé con ellas a la sociedad... Pero créeme, Miguel, yo he rodado al abismo, porque me han empujado... he rodado, guardando en el fondo de mi alma alguna perla que aún no ha tocado nadie.

Es, pues, el caso que, no satisfecho con las noticias que acerca de Inés me dió Juan de Dios, traté de averiguar la verdad y tuve la feliz ocurrencia, mejor dicho, la inspiración, de presentarme en casa de la Marquesa, a quien no hallé; mas quiso la Divina Providencia que un criado, conocido mío desde la famosa noche de la representación, me saliera al encuentro, y después de mostrarse muy obsequioso, satisficiera mi curiosidad sobre aquel punto.

Quilito se descubrió la cabeza; tenía fiebre. La marea le mojaba ya los pies, y se retiró al otro extremo del tronco: miraba el agua avanzar y decía: Cuando llegue hasta aquí y los faroles del muelle se enciendan, entonces, entonces... Es inútil, será cierto y muy razonable todo eso, pero yo no quiero la vida, lo repetiré cien veces; ni ante mi padre, ni ante Susana me atrevería a presentarme ahora, aunque estuviera seguro del perdón del uno y del amor de la otra.

No sino que el menguado me quitó cuanta ropa llevaba puesta dejándome en gregüescos y después me enjaretó este sayal blanco, quedándome yo aquí corrido y sin atreverme á volver al pueblo y mucho menos á presentarme á mi mujer, que si me ve en esta guisa pondrá el grito en el cielo, tratándome de borracho y correntón.

Palabra del Dia

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