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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Inútil consideraba repetirle que no estaba yo hecho para aquel género de vida; sólo hubiera podido contestarme: «Váyase usted»; pero acaso aquel consejo le hubiese costado trabajo y además yo no lo habría seguido. Tenía el propósito de presentarme en casi todos los salones que ella frecuentaba.
Me despedí para dar algunos paseos con él por la galería. Ya he dicho que procuraba presentarme en público las menos veces posible en compañía de las monjas. Las saludó con aquella displicencia y mirada cínica que tanto me desplacía. Así que no pude menos de abocarle con cierta frialdad. Buenos días, amigo. ¿Le ha pedido usted la conversación ya a la monjita? ¿Cómo la conversación?
¡Ah! ¿Habéis hablado de ese proyecto? ¡Proyecto! Pero ¿no es seguro? ¿Lo es algo en el mundo? ¿Y es una americana tu elegida? Sí, una persona encantadora, miss Harvey... ¿La conoces? No tengo ese honor, pero cuento con que querrás presentarme á ella.
El correo de Marienfeld llegaba en ese momento; subí a él y por lo menos me encontré a cubierto. De ese modo llegué a la ciudad, donde he permanecido hasta hoy. Löb Lévi me ha dado cien táleres, y con eso me he comprado ropa; no quería presentarme harapiento delante de Gertrudis. ¡Desgraciado!... ¿quieres?... ¡Nada de sermones! protesta el joven en tono huraño. Todo está ya convenido.
Me expuso en pocos instantes una infinidad de proyectos a cual más absurdo: según ella, debía presentarme al día siguiente en casa, y pedirle al papá su mano: el papá diría que era muy niña, pero yo debía replicarle inmediatamente que no importaba nada: el papá insistiría en que era demasiado pronto, pero yo le presentaría el ejemplo de una tía, hermana de su mamá, que estaba jugando a las muñecas cuando la avisaron para ir a casarse. ¿Que había de oponer a este poderoso argumento?
No se enfade, señorita; esto es obra de un instante; pero, eso sí, tiene que quitárselo. Ya lo estás oyendo, Amaury; tienes que dejarnos solas. No quiero presentarme con este pliegue que me afea horriblemente. ¿Y prefieres que te deje, Magdalena? En fin, hágase tu voluntad. Ya te obedezco: no quiero que se me acuse de un crimen de lesa belleza.
Me expuso en pocos instantes una infinidad de proyectos a cual más absurdo: según ella, debía presentarme al día siguiente en casa, y pedirle al papá su mano: el papá diría que era muy niña, pero yo debía replicarle inmediatamente que no importaba nada: el papá insistiría en que era demasiado pronto, pero yo le presentaría el ejemplo de una tía, hermana de su mamá, que estaba jugando a las muñecas cuando la avisaron para ir a casarse. ¿Qué había de oponer a este poderoso argumento?
Además de mi apatía e indolencia, exagerada un tanto por mis convecinos los luzarenses para presentarme como un tipo estrambótico, soy un sentimental y un contemplativo. Me gusta mirar, tengo la avidez en los ojos; me quedaría contemplando horas y horas el pasar una nube o el correr una fuente.
Diciendo esto, comenzó a presentarme sus proyectos, que no fueran mayores ni más espléndidos si hubiera a mano un millón de pesos, y por sus adquisiciones futuras y por las haciendas que me había de regalar, y por los viajes que inseparablemente habíamos de emprender, lo dejé por loco o como hombre que se entretenía en fantasear las horas del sueño y del descanso.
Cuando usted quiera le repliqué estrechándole tiernamente la mano, tan pronto como consienta en presentarme a la señora de... iba a decir su apellido. He cambiado de nombre me dijo interrumpiéndome.
Palabra del Dia
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