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Actualizado: 27 de junio de 2025
Simón Cerojo, que acababa de recibir su licencia de soldado, que sabía un poco de pluma y había corrido media España con su regimiento, de cuyo coronel fue asistente cinco años, y era, además, un mocetón fresco y rollizo, se creyó con todas las condiciones exigidas por la vanidosa muchacha; y se atrevió a pretenderla, no sin llevar encima, por memorial y a mayor abundamiento, en su primera visita, un reloj de cinco duros y alguna de la ropa que, como prenda «de una buena estimación y una fina amistad», le había regalado su coronel al despedirle.
»De todas maneras, ríase o no se ría de la confidencia, guárdela usted y téngala siempre como prenda segura del entrañable afecto que le profesa su mejor y más agradecido amigo LETO P
Y tomando de aquel montón de ropa flotante cada cual una prenda empiezan á sacudirla, á frotarla, á estrujarla y también por intervalos á azotarla contra la piedra lisa que cada una tenía delante. La charla no se interrumpe ni cuando oprimen la ropa, ni cuando la empapan en jabón ni cuando la sueltan para que el agua la bañe.
Un cuello recto y esplendoroso remontábanse en él desde la corbata negra a las orejas. Batían sus piernas los faldones de un chaqué, prenda incómoda en la región ecuatorial, que gravitaba sobre sus espaldas con la pesadumbre de una coraza, moteando sus sienes y bigote de perlas de sudor.
Palma bendecida, del martirio prenda cierta, sola verdad conocida, sin tí el alma no despierta y es imposible la vida. Sin tí no hay inspiracion, y agostado el corazon en nada descubre encanto; sin tí no existiera el llanto, bálsamo de la afliccion. El placer de más valía, al llegar á poseerlo, cual humo se desharía: porque ¿qué valor tendria sin el temor de perderlo?
Entre tanto mi señora y su hija te declaran y apellidan Caballero del Azor, y te dan en testimonio de ello esa prenda. Concédate Dios, Caballero del Azor, la buena ventura en lides y amores que ellas y yo te deseamos.
Todavía fue algún tiempo a casa de un almacenista amigo y tocó el piano a ratos; no tardó, sin embargo, en observar que se le iba recibiendo cada vez con menos amabilidad, y dejó de ir por allá. Al poco tiempo le echaron de la nueva casa, pero esta vez quedándose con el baúl en prenda.
Estando así, cualquiera procuraba Hacer casas, estancias y hacienda: Y aunque la dulce España deseaba, Y mas el que tenia alguna prenda, El imposible visto, trabajaba Cualquiera, por no haber plaza ni tienda: Por donde todos eran labradores, Monteros, hortelanos, pescadores.
Quizá sepa también por la fama, y si no lo sabrá ahora, que esta casualidad no era la única prenda que los adornaba como marinos; realzábanlos más y más su rara inteligencia en la profesión azarosa, y un corazón generoso que siempre los tenía dispuestos á sacrificar su vida por la del último grumete de á bordo.
Por eso guardo mi modesta ofrenda Que es la silvestre y solitaria flor, Que á tu corona, de las gracias prenda, Dar no puede fragancia ni esplendor. Yo que no tengo cortesano genio Nada quiero decir ante tu altar, Cuando otros mil las flores de su ingenio Á tus plantas vendrán á derramar.
Palabra del Dia
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