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De rosas, de jazmines y amarantos Flora le presentó cinco cestones, Y la Aurora de perlas otros tantos. Estos fueron, letor dulce, los dones Que Delio repartió con larga mano Entre los poetisimos varones. Quedando alegre cada qual, y ufano Con un puño de perlas y una rosa, Estimando el premio sobrehumano.

Si se pretende que, impulsados por la narración fingida, nos decidamos a ser virtuosos a fin de alcanzar el premio, y a no ser viciosos para no incurrir en la pena, la virtud tomará trazas de timidez y podrá tomarlas el vicio de valentía. De todos modos, resultará que el interés nos mueve y no el amor desinteresado y noble.

Y es que el granadino, por pasión ingénita ó genérica, y por galantería característica, ha hecho de la mujer un ídolo, en lugar de hacer una compañera. Puede decirse que ella es la reina del palenque en que lucha el varón toda su vida. Para ella y por ella quiere ser guapo, elegante, valiente, rico, poderoso. Ella es á un tiempo juez y premio del torneo.

Los sueños más dorados fueron a sentarse a su cabecera. Soñó que era a la vez rico y honrado y que la Academia francesa le concedía un premio a la virtud de cincuenta mil francos de renta. El lunes por la tarde recibió una carta, levantó su destierro y se presentó el martes por la mañana en casa de la señora Chermidy.

El Rey Don Fadrique, y su padre y hermano, con su asistencia en la guerra, y como testigos de las hazañas, industria y valor de los súbditos, pocas veces se engañaron en repartir las mercedes; porque dieron más crédito á sus ojos, que á sus oidos, y siempre el premio á los servicios, y no al favor.

El nuevo Académico, a quien tengo la honra de contestar, se cuenta entre aquellos que vienen principalmente aquí a título de oradores, como Pacheco, Olózaga, Gonzalez Bravo y el citado Ríos Rosas. Su elocuencia parlamentaria y didáctica es harto digna de este premio.

En cabildo de 12 de Agosto de 1455 se acordaron los gastos con que habia de festejarse la visita del Rey Don Enrique IV y de su mujer Doña Juana de Portugal, que montaron la suma de 500.000 mrs. citándose entre ellos el costo de la justa con la joya que se dió de premio á los caballeros que en ella tomaron parte, que fué el de 39.400 mrs. así como el de 25.000 tuvieron los veinte toros que se lidiaron.

Hizo la crítica de los vestidos que llevaban varias niñas el día del premio del «Jockey Club». Parece que Clotilde se presentó con un sombrero un tanto estrambótico. Me preguntó si la había visto. Y como le dijera que no, exclamó al punto: «Era un sombrero ¡digno! de verse». ¿Y Carlitos Nuezvana, ¿estuvo muy espiritual? Ese me habló de modas masculinas.

14 prosigo al blanco, al premio del soberano llamamiento de Dios en Cristo Jesús. 16 Pero en aquello a que hemos llegado, vamos por la misma regla, sintamos una misma cosa. 17 Hermanos, sed imitadores de , y mirad los que así anduvieren como nos tenéis por ejemplo. 18 Porque muchos andan, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos del madero del Cristo,

Nuestra buena pieza no obtuvo el premio y tuvo que contentarse con un accésit; y por cierto que armó un tumulto en la sala á causa de su traje y de las perlas que llevaba en las orejas. En aquella época la mantenía Salveneuse, que pegó de palos en el boulevard á Armando Valentín por haber escrito una crónica feroz contra su amiga.