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Los marineros corrieron hacia los cabos, chillaron los motones, trapearon las gavias. «¡En facha, en facha! exclamó Marcial, lanzando con energía un juramento . Ese condenado se nos quiere meter por la popa».

Sólo ayer, como quien dice, se han enterado de que en una nave en movimiento el punto medio es el que menos oscila, y los antiguos castillos de proa y de popa se han corrido uno hacia otro, juntándose en el centro, que es para el pasajero el lugar de mayor estabilidad.

Levemos el ancla de popa dijo el Capitán . El viento sopla del Este, y pondremos la proa hacia la salida de la bahía. Van-Horn subió al castillo para examinar antes la posición del ancla; pero a poco se le vió palidecer y hacer un gesto de furor. ¡Capitán! exclamó con voz descompuesta. ¿Qué ocurre? preguntó Van-Stael. La cadena está cortada y el ancla perdida. ¿Cortada? ¡Imposible!

Los amos de las barcas se calientan el caletre buscando un nombre bonito para pintarlo en la popa. Una la Purísima Concepción, otra Rosa del Mar, aquélla Los Dos Amigos; pero llega la gente con su manía de sacar motes, y se llaman La Pava, El Lorito, La Medio Rollo, y gracias que no las distingan con nombres menos decentes. Sólo con este apodo la conocen. Bien le interrumpí, pero ¿y El Socarrao?

Ferragut quiso navegar solo, sin la protección de los destroyers que escoltaban á los buques reunidos en convoy. Conocía bien el Mediterráneo. Además, él era de un país neutral y la bandera española ondeaba en la popa de su buque. Este abuso no le produjo remordimiento alguno, ni le pareció una deslealtad.

Como he dicho, fuera de la camarilla vasca, el resto de la tripulación lo formaban ingleses, holandeses, portugueses, un español, dos o tres chinos, un malayo y un negro. Nosotros hacíamos la guardia de popa. No pasábamos casi nunca de la escotilla grande hacia la proa, mas que cuando había alguna sublevación. Desde la ballenera hasta el bauprés, mandaban realmente el contramaestre y el cocinero.

Las espumas, luego de elevarse junto a la proa formando dos surtidores de leche pulverizada, resbalaban por los costados en grandes redondeles semejantes a los anillos de luz sideral. Corrían de proa a popa las aguas removidas, dos ríos verdes, agitados, tumultuosos, abiertos en la inmovilidad azul del Océano.

En un saloncillo de fumar situado en la popa, cerca del comedor, encontró á Tragomer y á Jacobo, les estrechó la mano y dijo sentándose: Acabo de encontrar á su madre de usted y á su hermana. ¡Parecían encantadas, las pobres señoras! Ya era tiempo de que se aclarase su horizonte... Pero los negocios están en buen camino y traigo á ustedes noticias que les satisfarán.

Esto traía volado al raquero, que no sabía cómo deshacerse de él; pues ni regalarle quería, ni tirarle al mar, sin indemnizarse de los peligros que corrió al trincarle en la cámara de popa de un buque de gran porte.

¿Oyes algo? dijo el Capitán al chino. No, señor; pero el fanal parece que quiere pasarnos por popa. Es cierto, muchacho. ¡Ah, si no estuviera tan obscuro!... Pero quizá sea mejor para nosotros, pues esa luz no debe ser la del fanal de un buque.