Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 20 de junio de 2025
Un gabancillo de verano, clarucho, usaba D. Frasquito en todo tiempo: era su prenda menos inveterada, y le servía para ocultar, cerrado hasta el cuello, todo lo demás que llevaba, menos la mitad de los pantalones. Lo que se escondía debajo de la tal prenda, sólo Dios y Ponte lo sabían. Persona más inofensiva no creo haya existido nunca; más inútil, tampoco.
Y ahora, hija mía, a ver cómo me das nota clara de tanta y tanta flor, para apuntarlas ce por be, sin que se escape ni una hoja... Pon mucho cuidado para que salga el balance... ¿Verdad, Frasquito, que tiene que salir el balance?». Curiosa, como hembra, no pudo menos de guluzmear en los paquetes que llevó Ponte. «¿A ver qué trae usted ahí? Mire que no he de permitirle tirar el dinero.
Bueno: pues aquella noche pidió al chico relación completa de lo que había, y mostrándose indeciso, como persona desganada que no encuentra manjar bastante incitante para despertar su apetito, se resolvió por la pepitoria. «¿Le duelen a usted las muelas, Sr. de Ponte? preguntole el chico, viendo que no se quitaba el pañuelo de la cara. Sí, hijo... un dolor horrible.
Soltó la risa Polidura; mas notando que al algecireño le sabían mal aquellas bromas, quiso variar de conversación al instante. El desvergonzado Antonio Zapata se permitió decir a Ponte: «Con franqueza, D. Frasco: creo que está usted mejor así. ¿Cómo? Sin betún. Bonita figura de caballero anciano y respetable.
Pero como no hay felicidad completa en este pícaro mundo, al mes, poco más o menos, de la mudanza, señalada en las efemérides zapatescas por la desastrosa muerte de Frasquito Ponte Delgado, empezó a resentirse Juliana de alteraciones muy extrañas en su salud.
Sí lo tienes; ponte ese chaquetón forrado; ya verás qué pronto entras en calor. En el chaquetón que le presentaba su tío cabían cómodamente, a más de él, otros dos sobrinos. Pero Andrés estaba tan asustado, que se lo metió sin replicar. Ahora hace falta que te abrigues esa cabeza, hombre, ¡esa cabeza!... El sombrero lastima la frente... Espera un poco; tengo yo un gorro que te vendrá de perilla.
De repente se me ocurrió esta idea: «¿Si fueras Marta, qué harías en este momento?» Y un pavor tal se apoderó de mí, que la sangre me subió hirviente a la cara. ¿Eres miedosa, chiquilla? me preguntó. Yo sacudí la cabeza. Entonces, ven. Ya estoy a tu lado. Ponte allí, delante de mí. Hice lo que me pedía: mis pies tocaban casi el borde de la piedra.
¡Oh, cuánto honor!... Lo agradezco infinito. Yo pensaba retirarme. Sí, ya sabemos que siempre está usted convidado en casas de la grandeza. Pero como es tan bueno, se dizna sentarse a la mesa de los pobres. Consideración que tanto le agradecemos dijo Obdulia . Ya sé que para el Sr. de Ponte es un sacrificio aceptar estas pobrezas... ¡Por Dios, Obdulia!...
La condesa se fué acercando al sitio donde estaba la cuadrilla. Al verla todos suspendieron el trabajo: apoyados en la guadaña quedáronse contemplándola mientras Pedro corrió hacia ella con el sombrero en la mano. ¿No tiene usted miedo al calor, señora condesa? No; viniendo preservada del sol no es tan grande. Ponte el sombrero. Al parecer, pronto segaréis el prado.
Allá con los mozos no estará de sobra; que te la vean, para que no te falten al respeto. Hay gente mala... ¡eres muy muchacho, y bueno es que sepan que tienes esto para defenderte! Ponte la ropa; vístete de charro; quiero verte, porque mañana no podré venir.... Quise darle gusto, y procedí a mudar de vestido. Andrés me ayudó. Pronto estuve listo.
Palabra del Dia
Otros Mirando