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Actualizado: 5 de junio de 2025


La primera vez que volví a encontrarle, cuando íbamos a sentarnos a la mesa, me preguntó en tono frívolo y burlón: ¿Qué tal la monjita? ¿Qué monjita? pregunté a mi vez secamente, presto a irritarme. ¿Pues cuál ha de ser? Esa chatilla de los ojos negros que le trae a usted dislocado. ¿Que me trae a dislocado? repetí, poniéndome como una cereza.

Y vos, prima, lo interpretáis maravillosamente. ¡Pues lo que es vos, Pablo, habéis bostezado y bien! exclamé poniéndome de pie tan bruscamente, que los jugadores de ajedrez, lanzaron un gruñido furibundo. Creo que dormías, Reina. No, no dormía, y te aseguro que Pablo ha bostezado mientras interpretabas tu maldito Beethoven.

Ella cierra los ojos, suspira profundamente, y, poniéndome la mano en el brazo, dice: Antes de que se vaya, tengo que hacerle saber una cosa, para que no se deje engañar tan miserablemente. Mis padres no están durmiendo... En cuanto oyeron su coche, se encerraron... es decir, él fue el que la obligó a mamá... Esta entrevista nuestra en este sitio es una cosa preparada.

Poniéndome en marcha hacia la casa del médico, a quien deseaba pagar su visita aquel día, despedíme del Tarumbo; pero éste, atajándome a la mitad de la despedida, díjome que «payá» iba él también, porque cabalmente estaban las dos casas, la suya y la del médico, frente por frente, y echó a andar a mi lado.

El gallo no cantó, pero sucedió una cosa peor. El Naranjero dijo con tranquilidad amenazadora y poniéndome una mano en el pecho: Arto, señorito, no se descomponga usté, que no va haber quien le arregle. ¡A usted es a quien voy yo a arreglar, canalla! grité con incomprensible rabia. Y diciendo y haciendo, le largué una bofetada. ¡Caso extraño!

Mucha parte de lo que usted ha callado con tanto afán, por su empeño de echar tierra y más tierra sobre un sentimiento desgraciado dijo Cordero , me lo reveló él mismo. Habrá dicho a usted que me recogió a la muerte de mi padre, poniéndome al amparo de su madre, y mirándome como a hermana. Si se jactó de sus beneficios hizo bien, porque estos fueron grandes en aquella época. No se jactó. Adelante.

Mi padre no puede estar más satisfecho y orondo; asegura que está completando mi educación; que usted le ha enviado en un libro muy sabio, pero en borrador y desencuadernado, y que él está poniéndome en limpio y encuadernándome. El tresillo, si es parte de la encuadernación y de la limpieza, también está ya aprendido. Dos noches he jugado con Pepita.

Hace ya más de cinco años que soy su amigo, Mabel, y, por lo tanto, confío en que me permitirá cumplir la promesa que hice a su papá exclamé, poniéndome de pie delante de ella y hablándole con profunda solemnidad. Sin embargo, desde el principio debemos entendernos de una manera clara y formal.

7 Que no se trabe mi lengua Ni me falte la palabra: El cantar mi gloria labra Y poniéndome a cantar, Cantando me han de encontrar Aunque la tierra se abra. 8 Me siento en el plan de un bajo A cantar un argumento: Como si soplara el viento Hago tiritar los pastos; Con oros, copas y bastos Juega allí mi pensamiento.

Ella, entre interrotos sollozos y mal formados suspiros, dijo: «No es otra mi desgracia, ni mi infortunio es otro sino que yo rogué a mi hermano que me vistiese en hábitos de hombre con uno de sus vestidos y que me sacase una noche a ver todo el pueblo, cuando nuestro padre durmiese; él, importunado de mis ruegos, condecendió con mi deseo, y, poniéndome este vestido y él vestiéndose de otro mío, que le está como nacido, porque él no tiene pelo de barba y no parece sino una doncella hermosísima, esta noche, debe de haber una hora, poco más o menos, nos salimos de casa; y, guiados de nuestro mozo y desbaratado discurso, hemos rodeado todo el pueblo, y cuando queríamos volver a casa, vimos venir un gran tropel de gente, y mi hermano me dijo: ''Hermana, ésta debe de ser la ronda: aligera los pies y pon alas en ellos, y vente tras corriendo, porque no nos conozcan, que nos será mal contado''. Y, diciendo esto, volvió las espaldas y comenzó, no digo a correr, sino a volar; yo, a menos de seis pasos, caí, con el sobresalto, y entonces llegó el ministro de la justicia que me trujo ante vuestras mercedes, adonde, por mala y antojadiza, me veo avergonzada ante tanta gente

Palabra del Dia

rigoleto

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