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Actualizado: 19 de junio de 2025
Mis manos están puras, y en el día del juicio final, cuando se pesen nuestros actos, podré presentarme osadamente ante el trono de Dios Todopoderoso y decirle: «Cúbreme con tus más blancos ropajes, pón en mis hombros las alas de cisne más delicadas y déjame colocarme en la primera fila, pues poseo una hermosa voz, a la cual sólo falta un poco de ejercicio para honrar al paraíso.»
Tus ultimas ordenes quedan fielmente ejecutadas. ?Quien es este audaz? iun mortal! itemeraria criatura, pon la rodilla en tierra y adora! Este hombre no me es desconocido, es un poderoso magico cuya ciencia es temible. Arrodillate y adora a Ariman, vil esclavo, ?no reconoces a nuestro senor y al tuyo? Tiembla y obedece. Arrodillate, hijo del polvo vil, y teme nuestra venganza.
Eres una personilla delicada, muy delicada, quizás de inmenso valor; pero ¡qué demonio!, pon un arpa en manos toscas... ¿qué harán?, romperla.... Porque tu constitución débil no te permita romper piedra y arrastrar tierra como esas bestias en forma humana que se llaman Mariuca y Pepina, ¿se ha de afirmar que no sirves para nada? ¿Acaso hemos nacido para trabajar como los animales?... ¿No tendrás tú inteligencia, no tendrás tú sensibilidad, no tendrás mil dotes preciosas que nadie ha sabido cultivar?
Pues chico, que se arme; pero pon remedio. ¿Tendrás medio de averiguar?... ¿Qué más quieres saber? ¿No te digo que andan tras ella sin que les rechace? ¿que se ponen a charlar con ella en cuanto llegan? Por supuesto que, según Lozano, la mitad de las señoras van allí a eso.
Y el entusiasmo de ahora ha de ser un entusiasmo moderado, un entusiasmo frío y racional, un entusiasmo que mate facciosos, pero nada más; entusiasmo, señor, de quita y pon, y entusiasmo, en una palabra, sordomudo de nacimiento: entusiasmo que no cante, que no alborote el cotarro; que no se vuelva la casa en un gallinero. Y éste es el bueno, el verdadero entusiasmo.
Tengo, tengo ... dos y dos son cuatro..., cuatro ... cuatro de á decinueve, primeramente. Bueno: pon una peseta con ellos. Ya está. Pus tendrás ahora cuatro duros. Cabales.... Ahora hay, por otro lao, dos pesetas en cuartos y dos tarines. Que son diez riales; y ochenta que tenías antes, noventa. Noventa.
Pif, ya está. Ahora viene lo más delicado. De esto depende el coser bien o el coser mal. Atiende, hija; pon aquí tus cinco sentidos. Hay que pasar la punta del hilo por estos agujeritos, ¿ves? Será preciso que yo le escriba. ¿No me recomendó mi tío a él y a su padre?... Pues le escribiré. Así no puedo vivir. ¡Qué triste es el verano en esta tierra!
Esto he dicho para que se me tenga lástima de ver a las manos que vine y se ponderen mejor las razones que me dijo; y empezó por estas palabras, que siempre hablaba por refranes: -De donde sacan y no pon, hijo don Filipe, presto llegan al hondón; de tales polvos, tales lodos; de tales bodas, tales tortas. Yo no te entiendo, ni sé tu manera de vivir.
3 Por tanto, mis lomos se han llenado de dolor; angustias se apoderaron de mí, como angustias de mujer de parto; me agobié oyendo, y me espanté viendo. 4 Se pasmó mi corazón, el horror me ha asombrado; la noche de mi deseo se me tornó en espanto. 5 Pon la mesa, mira del atalaya, come, bebe, levantaos, príncipes, tomad escudo.
¡Casilda! Señora. Si viene el duque de Lerma, que estoy mala. Muy bien. Si se empeña en entrar, que el médico ha dicho que no puede hablárseme. Muy bien; ¿y si viene el señor Juan Montiño? Viene á su casa. ¡Ah! me olvidaba: pon una cama en el gabinete de tapicería. Muy bien. Y cuanto se necesite; un aposento bien servido. Muy bien. ¿No os desnudáis? No... mira... si viene el tío Manolillo...
Palabra del Dia
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