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Continuaban en la catedral las oraciones y plegarias por los felices sucesos de las armas católicas. Fué año de grandes calamidades: ganó el rey de Francia á Perpiñan y otras plazas en el Rosellon y Cataluña, y el Brasil y las Islas Terceras se entregaron á los portugueses.

La pobre mujer, después de una rápida mirada por todo aquel esplendor que la rodeaba, volvió, con mayor ansiedad que antes, sus ojos hacia ... , hacia , que era un extranjero desconocido. Y pensé: ¿le escucharán sus plegarias esas magníficas imágenes divinas? ¡Ah! no lo sabía.

Como el año ha sido bueno, la procesión no deja nada que desear en punto á brincos, cohetes, vivas, cantares, piporrazos, aleluyas, flores, ramos, tortas, plegarias. Por la tarde, algunas cabezas dan en el suelo ó se estrellan contra la esquina. Es el alcohol que sube al pulpito.

La fragmentación de los efectos, implicando la fragmentación o gradación de las causas, sugirió la subdivisión y ubicación de éstas en las personas, en las cosas, en las palabras, en los números, que vinieron a ser así, milagrosamente buenas o milagrosamente malas en diferente medida; escalonáronse las primeras en los ángeles, los santos, las vírgenes, las reliquias, las plegarias, hasta la simple agua bendita, y las segundas en los diablos, las brujas, los duendes, los hechiceros, hasta la inocente lechuza.

Amaury, con el corazón próximo a estallar, retorciéndose los brazos y vertiendo amargo llanto, semejaba la estatua de la desesperación y del dolor. El señor de Avrigny, mudo e inmóvil, sin lanzar ni un suspiro ni derramar ni una lágrima, mordía el pañuelo, tratando de recordar las plegarias recitadas en su niñez y olvidadas hacía ya mucho tiempo.

En cuanto a la oración, Ana decía que recitar de memoria plegarias era un ejercicio inútil, soporífero, que irritaba los nervios; las repetía cien veces, para fijar en ellas la atención, y llegaba a sentir náuseas antes de conseguir un poco de fervor.... «Nada, nada de eso; no hay cosa peor que rezar así, respondía el Magistral; a la oración ya llegaremos; por ahora en este punto basta con sus antiguas devociones». Y, aunque temiendo los peligros de la fantasía de Ana, por no perder terreno, tenía que dejarla abandonarse a los espontáneos arranques de ternura piadosa que venían sin saber cómo, a lo mejor, provocados por cualquier accidente que ninguna relación parecía tener con las ideas religiosas.

Si hay bárbaros de bronce que ignoran la preciosa tarea del poeta que parte su alma en dos, dejadlos que devoren la paja de su prosa: no se hicieron para ellos los reinados de Dios. Yo seguiré regando mis dulces pasionarias, a tiempo que musite las místicas plegarias que son como incensarios de mi azul religión;

Y sin embargo, era de creer que había guerra, puesto que aquella misma noche, cuando regresaba a Munich, vi en una plazuela, abrigada y recogida como una capilla de iglesia, cirios que ardían alrededor de una Maria-Säule, y mujeres arrodilladas, cuyos prolongados sollozos eran interrumpidos por las plegarias.

Bien que por lo que toca á la pureza de su conciencia dan otros Misioneros relación más distinta, diciendo que hacen mucho escrúpulo de retener cosa ajena por pequeña que sea, que muchas veces apenas se les halla materia suficiente para la absolución; que luego que sienten el menor remordimiento de cualquiera culpa, por ligera que sea, y sólo en apariencia á veces, corren volando á llorarla delante de Dios y pedir remedio á sus ministros, aunque estén actualmente ocupados en las labores del campo, ó de noche reposando, y singularmente se refiere de una buena mujer que pareciéndole aún esto poca parte para mantenerse inocente, importunó tanto al cielo con sus plegarias para que la pusiese donde estuviese más segura de manchar su alma, que al fin logró feliz despacho de sus súplicas, porque el día solemne de la Ascensión, asaltada de un accidente casi repentino, recibidos todos los Sacramentos, fué por la muerte á gozar la gracia que deseaba.

Me han acompañado a la iglesia cuatro de mis hijas. He llorado al ver las muchachas del pueblo vestidas de blanco, según costumbre en estos casos, entonando cánticos fúnebres, y muchos jóvenes orando con gran recogimiento. Yo espero que Dios habrá oído las plegarias de estas buenas gentes, y se apiadará de nosotros y de mi hermano.