United States or South Africa ? Vote for the TOP Country of the Week !


Comenzaba el crepúsculo. En el cauce del río, las charcas y riachuelos, reflejando en su fondo el rojo horizonte, brillaban como si fuesen de encendida lava. En la ciudad, los vidrios de los altos balcones y de las esbeltas torrecillas destacábanse sobre la masa obscura de los edificios como placas de fuego.

Pescarían en el golfo terso y azul como un inmenso espejo, y a la caída de la tarde, mientras él volviese los remos, ella cantaría mirando el mar inflamado por el sol al hundirse en las aguas, el penacho del Vesubio de tonos morados, la inmensa ciudad blanca con sus infinitas vidrieras como placas de oro, reflejando el crepúsculo.

Su tocado revela algunos restos de antigua grandeza y cierta rudeza de carácter. Suspendidos de un clavo están en una de las paredes los arreos militares: el casco, las placas doradas, el sable, las pistolas de reglamento, como indicando que aquel hombre hizo uso de ellas en algún tiempo, y que ahora está retirado del servicio. El lector habrá comprendido que este hombre es mi padre.

Compré un palacio en Loreto; las magnificencias de mi vivienda, son bien conocidas por los indiscretos fotograbados que publicó «La Ilustración Francesa». Se hizo famoso en toda Europa mi lecho, de un gusto exhuberante y bárbaro, cubierto de placas de oro labrado, y cortinajes de un raro brocado negro, donde ondean, bordados en perlas, versos eróticos de Cátulo; una lámpara suspendida en el interior derrama su claridad láctea y amorosa de una nube de verano.

Y se había metido en las salas de juego, lugar vedado á los oficiales. No podía el coronel hacerse ilusiones sobre la duración de este momento, á pesar de que iban transcurridas cerca de dos horas. Después de separarse de los capitanes, encontró á Lewis en una mesa de «treinta y cuarenta», teniendo ante sus manos un montón de placas de mil francos.

Frente á nosotros y á una inmensa profundidad de la plataforma, se extendía hasta perderse de vista, una especie de pantano sembrado de placas luminosas y que ofrecía el aspecto de una tierra abandonada por el reflujo de un diluvio. La ancha bahía avanzaba bajo nuestros pies hasta la base de las sesgadas montañas.

Antes todas šus obras hazen para šer mirados de los hombres: porÿ enšanchan šus philackterias, y eštienden los fluecos de šus mantos: Y aman los primeros aššientos en las cenas, y las primeras šillas en las šynogas: Y las šalutaciones en las plaças, y šer llamados de los hombres, Rabbi, Rabbi.

Según íbamos ganando altura, encontrábamos más a menudo grandes placas o «tresechones» de granizo congelado en las laderas sombrías, y desde los picos de Europa hasta los de Sejos, todas las cumbres que se alcanzaban a ver estaban cubiertas de nieve, en la que centelleaba el sol al herirla de frente con sus rayos. Así era el aire ambiente, frío y cortante como una navaja de afeitar.

La cuarta señora era la generala viuda de Pillote. Tendría cincuenta años, pero a media luz representaba treinta y cinco; estaba hacía tiempo en relaciones con otro general a quien el difunto legó sus placas en prueba de buena amistad; se dedicaba mucho a las cosas de iglesia, bacía novenas, y creyendo que esto no podía ya ponerla en ridículo, vestía imágenes.

Entonces se marcan las rosquillas, que se irán colocando en placas, que de antemano estarán untadas de manteca, cociéndolas luego a horno que esté fuerte. En un perol se hace un jarabe de 25 grados, que se trabajará con una espátula de madera hasta que empiece a empanizarse un poco.