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Actualizado: 30 de abril de 2025


Se quitó la pipa de la boca después de restregarse ambas manos contra el pantalón; golpeóla boca abajo sobre la uña del pulgar de la izquierda, y me enseñó en una sonrisa toda la caja desportillada de sus dientes. Era un vejete de rostro plácido y greñas muy canas, algo atiplado de voz y muy duro de «bisagras»; es decir, torpe de todos sus movimientos.

Sus amigos chacolineros pasaban por el despacho para noticiarle misteriosamente cuándo se abría pipa nueva. Capitán, esta tarde, donde Echevarri, dan espiche á un chacolín de dos años.

Luisa, con el brazo apoyado en la descolorida charretera de Gaspar y la mejilla junto a su oreja, sollozaba; Hullin golpeaba en un extremo de la mesa para vaciar de cenizas la pipa, y fruncía las cejas, sin decir nada; pero cuando llegaron las botellas, y una vez que fueron abiertas, exclamó: Vamos, Luisa, valor. Todo esto no puede durar mucho tiempo, ¡pardiez!

Estuvo en boga durante el siglo XVII en España e Italia, y después en Inglaterra, pero en los últimos cien años, o más, parece que ha caído en desuso, debido, probablemente, a su gran dificultad. Con el mayor cuidado colocó en filas sobre la mesa todas las cartas, y se entregó a largos y complicados cálculos entre las pesadas bocanadas de humo que despedía su pipa. ¡No! exclamó al fin.

En nuestra madriguera del cañaveral cargámosla María y yo con religiosa y firme unción. Cinco cigarrillos dejaron su tabaco adentro; y sentándonos entonces con las rodillas altas, encendí la pipa y aspiré. María, que devoraba mi acto con los ojos, notó que los míos se cubrían de lágrimas: jamás se ha visto ni verá cosa, más abominable. Deglutí, sin embargo, valerosamente la nauseosa saliva.

El herrador fumaba su pipa con aire bastante hosco, con un cierto desdén por aquella discusión trivial. El tampoco tenía oído para la música, y no iba nunca a la iglesia porque pertenecía al cuerpo médico, y podía ser requerido para las vacas en estado delicado.

Todos esos sueños me importan poco y me río de ellos como del gran turco con su pipa y sus medias azules. Lo principal es vivir prevenidos, tener municiones, cañones y hombres; eso vale más que todos los sueños... ¿Se ríe usted de lo que digo, Juan Claudio?

Y él sonreía con más socarronería que nunca. «Buen chasco se había llevado la señora; si ella supiera...» pensaba él fumando su pipa. Pero es claro que jamás dijo a doña Paula el secreto de aquella noche en que hubo sorpresas muy diferentes de las que suponía la señora.

Aquí, instrumentos de labranza en desorden. Allá, el aldeano con su pipa encendida esperando que el viento sople para dar principio a la limpia del montón de trigo que, mezclado con paja molida, espera ser aventado. Nada alegra la vista en esta estéril prisión. Ni los dorados capiteles, ni las altas torres de las grandes ciudades. Ni la carretera ni el río bullicioso.

En vista de esto, el joven dijo que esperáramos un momento a que llegara su padre. No tardó mucho en venir. Era un hombre viejo, encorvado por la cintura, con el pelo blanco y la pipa en la boca.

Palabra del Dia

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