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Actualizado: 2 de junio de 2025


En la fisonomía de Adolfo se pintaban el pasmo, la duda, el susto, la risa... mientras decía incoherentemente: O es una broma de Ignacio... O Coca me ha engañado... O es una superlativa coincidencia... Laura y Coca preguntaban de nuevo: ¿Qué?... ¿Cuál?...

Quedó el español pensativo al oír estas palabras. Al considerar aquel rostro en que se pintaban el candor y la suavidad; aquellos ojos azules, puros como los de un niño; aquella sonrisa triste y al mismo tiempo confiada, se sintió vivamente interesado y casi enternecido. ¿Queréis le dijo después de una breve pausa bajar conmigo, y aceptar un ponche para desechar el frío? Entre tanto, hablaremos.

Unos tomaban un lápiz y dibujaban; otros pintaban a la sepia algunos paisajes de los alrededores, y Enrique, por complacer a una niña que tenía al lado, esculpía, valiéndose para ello de un cortaplumas inglés, un pedazo de madera, al cual iba dando la forma de una ermita, labor que ejecutan con éxito los pastores de los Alpes o de los Pirineos.

Ya en las cuevas de los trogloditas la mujer se pintaba, creyendo agregar con ello encantos a su figura. Las indias se pintaban también. Según Miranda, el historiador del Uruguay, las mujeres charrúas se hacían unas rayas azules perpendiculares, desde la frente a la mandíbula. No es, por lo tanto, el tocado pinturero fruto de nuestra civilización moderna y refinada. Tiene un origen salvaje.

No, Adela, no, a usted le está encantadora esa selva de ricitos: así pintaban en los cuadros de antes a los cupidos revoloteando sobre la frente de las diosas. No, Adela, no le hagas caso: esas frentes cubiertas, me dan miedo. Es que ya se piensan unas cosas, que las mujeres se cubren la frente de miedo de que se las vean. Oh, no, Ana: ¿qué han de pensar ustedes más que jazmines y claveles?

Las pruebas son terribles. ¿Querrás , podrás someterte a esas pruebas? En el rostro de Fray Miguel, al escuchar con atención el anterior discurso, se pintaban muy diversos sentimientos que ya se sucedían, ya coexistían, combatiendo unos contra otros por la posesión de su alma.

Soy toda en cuerpo y alma del que miró a esta huérfana sola y abandonada y tuvo la incomparable generosidad de querer hacerla su señora. La actitud firme de Sola, la energía y la lealtad que en su semblante se pintaban, como la expresión más propia y adecuada de su alma hermosísima, tenían al buen Cordero sobrecogido de admiración, de gratitud, de entusiasmo, de amor.

Consideraba cómo los reñían con suavidad, los castigaban con misericordia, los animaban con ejemplos, los incitaban con premios y los sobrellevaban con cordura, y, finalmente, cómo les pintaban la fealdad y horror de los vicios, y les dibujaban la hermosura de las virtudes, para que, aborrecidos ellos y amadas ellas, consiguiesen el fin para que fueron criados.

Inútil es que haya quien se obstine en negarlo alegando que además de cuadros devotos, también se pintaban muchos de otros asuntos.

Prefería que su mujer fuese a pie o en coche de alquiler, a exponerse a la pérdida de una de ellas. No hay que decir, si alguna se ponía enferma, lo que pasaba por nuestro banquero. La preocupación, el abatimiento se pintaban en su semblante. Visitábala a menudo, la acariciaba, y no pocas veces ayudaba al cochero y al veterinario a las curas, aunque consistiesen en ponerle lavativas.

Palabra del Dia

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