Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 3 de mayo de 2025


Muchas familias en Córdoba quedaban desamparadas por irse á campaña los que cuidaban de sustentarlas: en esta ocasion fué tanta la caridad del obispo, que los niños cantaban por las calles: «D. Domingo Pimentel, obispo de esta ciudad, sustenta cinco mil niños á media libra de panLos apuros del Estado eran cada dia mayores, y el rey puso toda la plata de su servicio en la casa de la moneda.

Se llama el brigadier de caballería D. Jaime Pimentel y Moncada, valiente como el Cid, de noble prosapia, joven y gallardo. Ya le verán ustedes, ya le verán ustedes, porque pronto vendrá a visitar el distrito.

El cual, enterado del suceso y sospechando lo demás que en el cuarto de la guardilla ocurría, tuvo a bien prohibir, bajo penas severas, que ningún chico pusiese los pies en la guardilla, ¿eztamo? Aquel chico gordo, rubio y tan espigado que aporreó al hijo del brigadier, tenía un nombre sonoro y aristocrático, Pedro Mendoza y Pimentel.

Y al cabo sucedió que los imperiales, después de guardar encerrado algunos meses al Maldonado Pimentel, diéronse cuenta de que nadie había sido engañado con la sustitución referida, y tuvieron que degollarlo también, me parece que en Simancas, un año después que á su homónimo.

¿Le gusta á V.? me dijo mi excelente amigo Pardo Pimentel, comerciante radicado hacía años en Lucban, viendo la profunda atención con que escuchaba una melodía del Fausto, tocada al piano por la mestiza. No qué decir á V., contesté la estatua es correcta; pero el espíritu que la anima me parece frío cual el mármol. Frío, no; dotado de una potente fuerza de disimulo, .

Los informes que le había dado D. Juan acerca de la condición poco servicial de D. Jaime Pimentel, no dejaban de mortificarle. Ya, sin embargo, no había modo de retroceder, y lo que convenía por lo pronto era derrotar a D. Paco, aunque para ello fuese menester valerse del candidato menos buscador de turrones, más distraído y peor cultivador de distritos que hubiese en todo el reino.

Cuente V., pues, conmigo para elegir diputado a D. Jaime Pimentel, y créame su afectísimo amigo». Tal era la carta de D. Juan Fresco que tanto alegró el corazón de D. Acisclo. Lo esencial era que D. Juan apoyase su empresa, fuese por lo que fuese.

El rubor coloró el semblante de doña Luz, quien no acertó a disimular con su amiga íntima el contento y la satisfacción de amor propio que aquello le causaba. ¿Qué recado, qué embajada me traes? ¿Es alguna burla tuya, o de D. Jaime Pimentel? Nada de burla. Esto va de veras y muy de veras. Don Jaime te idolatra.

En tal coyuntura, el poderoso D. Pedro Maldonado y Pimentel, creyendo que los victoriosos amotinados no podían hacer nada bueno en Salamanca, y se lucirían muchísimo yendo en auxilio de los Comuneros, formó con ellos una crecida hueste, y los llevó á luchar contra los imperiales.

Era la de los Luna, y aunque alguien hiciese burla del parentesco, allí estaban sus ilustres ascendientes don Álvaro y su mujer, en tumbas monumentales. La de doña Juana Pimentel tenía arrodillados en sus ángulos a cuatro frailes de mármol amarillento, que contemplaban a la noble señora tendida en la parte alta del monumento.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando