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A la mañana siguiente, hallándose con sus tíos en la trastienda, que todos habían de abandonar en breve, les habló de esta suerte: Tiítos, no crean ustedes que lo que les voy a decir es por falta de cariño...; pero en fin..., aquí todo va muy mal, y con la picardía que han hecho de quitarles a ustedes este estanco, comprendo que habrá que reducir mucho los gastos.

Francamente, chica, no cómo me miras. Mi destino, hijo, mi destino. Y no me pesa, porque yo tengo acá mi idea, ¿sabes? Santa Cruz no pensó en rogarle que explicara su idea. La suya era esta: «¡Pero qué hermosa estás! ¿Has hecho alguna picardía en el tiempo que ha pasado sin que nos veamos?». Quiero decir: después que volviste con tu marido, ¿no has tenido por ahí algún devaneo...?

Le pidió la bendición al que causaba la fiesta y, sin decirles su nombre, les declaró con franqueza que el nombre de Picardía es el único que lleva. Y para contar su historia a todos pide licencia, diciéndoles que en seguida iban a saber quien era. Tomo al punto la guitarra, la gente se puso atenta, y ansí cantó Picardía en cuanto templó las cuerdas: PICARDÍA

Tan de fijo, como yo creo que no es barón repuso el general. Es una picardía continuó la marquesa, irritada dar lugar nosotros mismos a que se crean y repitan tales desatinos. La cruz fue erigida en aquel sitio por un milagro que hizo allí Nuestro Señor; porque en aquellos tiempos, como había fe, había milagros. Unos ladrones habían penetrado en la Cartuja y robado los tesoros de la iglesia.

¿Por qué no?... Las cuadrillas son de regla en un baile. ¡Para nosotros no! Nosotros hemos pasado las últimas en el balcón... ¿Que dices, Blanca? preguntó Fernanda con un acento de sorpresa. ¡, mamá, en el balcón! Don Benito me miraba con una sonrisa llena de picardía, y yo hacía un esfuerzo supremo para contener mi emoción.

OPERARIO. Me preguntó si podría ver a usted... Respondile que tenía visita... Y él, así como si fuera de casa, sin picardía, dijo: «Ya ... la señorita Electra. No me parece bien pasar ahora...» Y se fue. Lo siento. ¿Por qué no le anunciaste? ¡Pero qué tonto! OPERARIO. Dijo que volvería. MÁXIMO. Pues si vuelve, aunque esté aquí la señorita Electra, y mejor aun si está, le dejas paso franco.

Ha hecho usted jugadora a su hija. ¡Yo! Usted; jugadora como las mismas cartas. A lo que parece, no piensa en otra cosa ni de día ni de noche. He aquí una prueba continuó riendo a carcajadas: aquí tiene usted un naipe, un rey de oros, que he encontrado enrollado debajo de su almohada. Esto es una picardía, ¿verdad?

Para mentira estaba demasiado bien hiladito. ¿Y ella te quiere todavía? preguntó con la picardía de un juez de instrucción. El esposo se hizo repetir la pregunta, sin otro objeto que retrasar la respuesta, que debía ser muy pensada. Pues te diré... que . Tiene esa debilidad. Otras mujeres, las de complexión viciosa, son en sus pasiones tan vehementes como inconstantes.

Mi vecina acababa de desaparecer tras las cortinas de la suya; al sentir mis pasos, sacó la cabecita y me largó un good evening, sir! que esta vez no me pareció del todo exento de picardía. ¿Qué mujer no tiene un grano de malicia, a veces inconsciente, esparcido en la sangre? Yo creí que se recostaría simplemente, vestida como estaba.

En primer lugar por mi sexo, con el cual jamás pudo reconciliarse; después á causa de mi precoz impiedad, que la escandalizaba sobre manera. Una picardía que le hice acabó de perderme en su ánimo.