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Actualizado: 1 de julio de 2025
Después dirige la muerte una exhortación á todos los mortales, y un predicador los excita á vivir con arreglo á los preceptos de la virtud; luego invita otra vez la muerte á los hijos de la tierra á la danza inevitable, y comienza ésta con dos mujeres. Al concluir expresan los mortales su devoción y piadosos propósitos.
Por ejemplo: Luz seguía fuera del colegio las prácticas cristianas a que se había acostumbrado en él. Iba a la iglesia a menudo y tenía sus rezos en casa. Pues a todos estos actos piadosos la acompañaba su madre. Algo la mordían sus amigas, y con gran donaire se sacudía ella de las zumbas; pero seguía yendo a la iglesia y rezando con su hija, muy a su placer.
La doncella estaba en el cuarto mortuorio, prestando al cuerpo de su patrona, antes de que se lo llevaran, los últimos servicios piadosos; después de haber lavado la sangre de la frente y la mejilla, le había arreglado los cabellos y cruzado las manos sobre el pecho, poniendo entre ellas un rosario. La pobrecilla no veía lo que hacía, tan espeso era el velo de lágrimas que le cubría los ojos.
En la actualidad, como usted debe de saber, no es fácil hallar hombres que desde el comienzo de la vida manifiesten sentimientos piadosos, se unan con el corazón y la inteligencia a la doctrina de nuestra madre la Iglesia. La juventud está corrompida hasta los huesos. No hay muñeco que no haga gala en el día de pisotear los preceptos religiosos.
Y como suele acontecer en casos semejantes, se apretó más el lazo entre ellos; esto es, la confianza y el afecto fueron mayores. Al cabo de poco tiempo consultaba con su penitenta, no sólo los asuntos piadosos, sino también los domésticos; era su consejera espiritual y temporal. La joven devota penetraba todos sus pensamientos, a veces antes de formularse con precisión en su cerebro.
Pasados algunos días, como sintiese cada vez más vivo el deseo de ver el palacio de Aransis, no quiso dejar de satisfacer prontamente aquel antojo y se valió de Miquis, cuya amistad con el guardián de la casa le era conocida. ¡Qué día aquel! Todo cuanto allí vio le había causado profundísimas emociones; pero el retrato, ¡cielos piadosos!, habíala dejado muerta de asombro y amor.
Exactamente, chico, al Abra de la Gracia, que diríamos los españoles traduciendo.... ¡Pero qué encuentro más original!... Yo te hacía en Luzmela. Y yo a ti en Rucanto. Mi viaje ha sido imprevisto. El mío también. Asuntos profesionales, ¿eh?; empeños arduos y piadosos de ciencia y humanidad, ¿no? Sí..., cosas de humanidad...; y a ti, ¿qué te trae por estos mares?
Tratábase de festejar la colocación de la primera piedra del nuevo templo con una gran función religiosa y profana. La erección de este templo había sido desde largos años el sueño dorado de los piadosos vecinos de Peñascosa. Siempre había tropezado con obstáculos insuperables.
Cuando esto ocurriera, cuando doblegada por el dolor cayese en brazos de la resignación, entonces sería llegado el instante oportuno para dirigir su pensamiento y encauzar sus sentimientos, trasformándolos de terrenales en piadosos, haciendo que de entre las cenizas del amor mundano surgiese ese divino fuego místico que abrasa y no consume.
No todos los navegantes eran piadosos y confiaban su suerte al cielo. En el primer siglo del descubrimiento, esparcíase entre la gente marinera la leyenda del piloto Carreño, un argonauta osado y blasfemador, enemigo de Dios y de los santos.
Palabra del Dia
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