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Actualizado: 1 de julio de 2025
Tenemos, pues, la poesía erótica, siempre que se guarde en ella el debido decoro y no se la prive del elemento espiritual, no sólo tolerada, no sólo permitida, sino hasta canonizada. No ya con significación mística como San Juan de la Cruz, sino dirigiéndose á mujeres, que fueron ó que se supone que fueron de carne, varones piadosos, como Fr. Luis de León y Fr.
A la tristeza que produce todo lo que deja de existir, se une aquí el horror que inspira todo lo que perece de muerte violenta y a manos del hombre. ¡Este edificio, alzado en honor de Dios por hombres piadosos, condenado a la nada por sus descendientes! ¡Dios mío! decía el hermano Gabriel , en mi vida he visto tantas telarañas. Cada angelito tiene un solideo de ellas.
Se enorgullecía con las certezas de la ciencia, y sonreía ante las promesas de las religiones; examinaba los piadosos engaños y las verdades demostradas.
Si bien que vive vuestro amigo. San Luis, marzo 22 de 1831. MINISTROS DEL SANTUARIO: Elevad al Ser Supremo fervorosos sacrificios, y pedidle con la efusión de vuestros piadosos corazones que suspenda el azote de la guerra fratricida en que yace la República Argentina.
Figúrate que el Presidente de la República tuvo que ir al mostrador para poder tomar una copa de champaña. Si nada menos que el Presidente tuvo que andar así, ¿cómo andarían los demás? Es verdad que, como don Victorino está por caer, ya nadie le hará caso. El mundo, sobre todo el mundo de frac, es desvergonzadamente exitista. Los gauchos son más piadosos y tiernos con el árbol caído.
Las palabras que he pronunciado ignoro yo lo que significan, pero me consta que nada hay en ellas de pecaminoso. Se han ido conservando por tradición oral entre varones piadosos aficionados a la magia lícita, y son palabras del idioma primitivo que se hablaba mucho antes de Abraham, en Ur de los caldeos, y aun antes, en el imperio que fundó Nemrod en el centro del Asia.
Para ejercitarse en la humildad, al tenor de lo que practicaba muy a menudo la santa reina de Escocia, Margarita, hizo venir en secreto algunos pordioseros a su cuarto y les lavó los pies con el mayor esmero. Cada uno de estos actos piadosos le llenaba de una santa e íntima alegría que jamás había experimentado anteriormente.
Siguiolos Cervantes, y con él algunos de los piadosos fieles, y vio que el entierro se entraba por las puertas del cementerio, y entrándose él también, pasando por entre las tumbas sobre el césped sembrado de blancos huesos, que gran descuido había entonces en los cementerios, llegó con las otras personas caritativas a un negro rincón en la umbría, donde una profunda sepultura se veía abierta; y allí pareció de nuevo el sacerdote, y asistían los sepultureros, y se cantó el último responso, y quitada la difunta del medio ataúd, lo que decía harto claro la gran pobreza de la mujer superviviente, que hasta el borde de la hoya había llegado, en ella fue puesta por los cofrades; y acreciendo entonces los ayes dolorosos de la mujer, dio a los hermanos un pañizuelo para que sobre el rostro de la finada le pusiesen, y habiéndola dado la pala con algo de tierra, un sepulturero, la arrojó sobre el cadáver temblorosa, y en el mismo punto de las desfallecidas manos fuésele la pala, y dando una gran voz de dolor desmayose, y por tierra cayera, si Cervantes, que como a impulso de un poder incontrastable se había llegado, en sus brazos no la sostuviera.
El abate Julio, en quien el autor retrató á cierto tío suyo clérigo, es hombre sencillo, indulgente, lleno de compasión hacia la humanidad y que olvida los latinajos de ritual junto al lecho de los moribundos; sus labios piadosos balbucean frases profanas, ingenuas, de un lirismo místico infinitamente dulce. «¡Pobre niña dice, que te vas al día siguiente de llegar!
Palabra del Dia
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