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Actualizado: 10 de octubre de 2025


De vez en cuando se oía la voz del cuadrillero Cachucha que gritaba: ¡Cuidado con las escopetas!... ¡Ojo, que estoy aquí!... En este momento aflictivo se abrió una pequeña puerta de la tapia de un jardín y el perro se metió por ella precipitadamente.

Con que salgas de aquí a las diez menos cuarto... ¿Pero esa toquilla?... Mírala, mírala en esa silla junto a la cómoda». ¡Ay!, hija... si llega a ser perro me muerde. Se la puso, envolviéndose la cabeza, echando miradas a un espejo de marco negro que sobre la cómoda estaba, y después se sentó en una silla a hacer tiempo. Entonces Maximiliano la miró mejor.

Queriendo retardar la exposición de estos negocios, habló de las dificultades que la habían obligado á presentarse en Villa-Sirena sin anunciar su visita. El príncipe podía tener confianza en la exactitud con que su «chambelán» cumplía sus órdenes. Una buena persona el tal coronel, pero intratable, lo mismo que un perro feroz, cuando alguien pretendía que desobedeciera á su amo.

Ese mismo Almanzor, cuya imaginacion embargaban sin cesar sus espediciones militares, apenas sabia guardar para otra que para los laureles que recogia entre la polvareda del combate: te acariciaba al volver de sus audaces correrías como un cazador á su perro de caza, como un soldado á su corcel de guerra. Córdoba, Córdoba, ¿cómo no se cerraron entonces tus heridas?

CIPIÓN. Ansí es; pero bien confesarás que ni has visto ni oído decir jamás que haya hablado ningún elefante, perro, caballo o mona; por donde me doy a entender que este nuestro hablar tan de improviso cae debajo del número de aquellas cosas que llaman portentos.

Teodoro Golfín no había dicho nada durante el conmovedor peligro del hermoso Lili, pero cuando se pusieron en marcha por la gran pradera, donde los tres podían ir al lado uno de otro sin molestarse, el doctor dijo a la mujer de su hermano: Estoy pensando, querida Sofía, que ese animal te ocupa demasiado. Es verdad que un perro que cuesta doscientos duros no es un perro como otro cualquiera.

No hay perro ni gato en el lugar que no esté ya al corriente de todo. Lo único que parecía posible ocultar era la duración del coloquio hasta las dos de la mañana, pero unas gitanas buñoleras te vieron salir de la casa y no pararon hasta contárselo a todo bicho viviente.

Viajando por Andalucía había visto al borde de un río unos muchachos que intentaban ahogar á un perro vagabundo, arrojándole piedras. Mary cayó sobre ellos, loca de cólera, apaleándolos con su quitasol. Uno de los chicuelos lloró, arrojando sangre por las narices... Este mal recuerdo había perturbado muchas de sus noches.

Así lo hizo ya el justo Abel en su tiempo, y hasta el grandísimo pícaro de Caín puso su primer diente, amarillo y apestoso como uno de ajo, escondido entre la piel de perro negro que le servía de cabecera. De Adán y Eva no se sabe nada: lo cual á nadie extraña, porque como nacieron grandecitos, claro está que no mudaron los dientes.

El perro y la vieja me inspiraban horror, e indudablemente, el tener yo siempre cerrada herméticamente mi ventana para no verlos, fue la causa principal de que yo obtuviese al terminar el curso un resultado tan brillante en la carrera de los Cuyacios y los Delvincourt.

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