United States or Mongolia ? Vote for the TOP Country of the Week !


40 Y cuanto más, que enviaron por hombres que vienen de lejos, a los cuales había sido enviado mensajero; y he aquí vinieron; y por amor de ellos te lavaste, y pintaste tus ojos, y te ataviaste con adornos; 41 y te sentaste sobre suntuoso estrado, y fue adornada mesa delante de él, y sobre ella pusiste mi perfume y mi óleo.

Tenía miedo; veía su virtud y su casa bloqueadas, y acababa de ver al enemigo asomar por una brecha. Si la proximidad del crimen había despertado el instinto de la inveterada honradez, la proximidad del amor había dejado un perfume en el alma de la Regenta que empezaba a infestarse. «¡Qué fácil era el crimen! Aquella puerta... la noche... la obscuridad.... Todo se volvía cómplice.

Maltrana, que se había familiarizado con él atrevidamente desde los primeros momentos, creyendo encontrar en su vaga nacionalidad cierto perfume de sinagoga, le invitaba a monstruosas partidas de poker, en las que debían arriesgarse miles y miles de francos. Y lo decía con un aplomo desdeñoso, como si tuviese a su disposición todos los millones encerrados en el fondo del buque.

Era en Septiembre, cuando empieza la primavera en el hemisferio austral, y las calles estaban impregnadas del perfume de flores que exhalaban sus viejos jardines. Volteaban las campanas en las torres de iglesias y conventos, esbeltas construcciones de gran audacia en un país donde son frecuentes los temblores del suelo.

Su cabellera de aurora, su andar majestuoso, el perfume que iban sembrando sus pasos, el brillo de un diamante en su diestra desenguantada, hicieron detenerse á sus espaldas á cuatro hombres morenos, de robustez cuadrada y rostros inquietantes, que se consultaron con voces roncas de ebrio.

Con la convicción de que la verdad sólo es una y nada tan nuevo como ella, venía repitiendo su crítica todos los años en un estilo puro, conciso, sonoro, que parecía esparcir en el ambiente el maduro perfume de los clásicos.

El doctor quiso pasear, y Maltrana le siguió dando chupadas al cigarro de bravío perfume. La proximidad de la línea equinoccial parecía alegrar a Zurita. Estaban cerca de su hemisferio, iban a entrar en él antes de dos días. Es, como quien dice, volver a casa, mi amigo.

Ojeda se comparaba a ciertas vasijas en cuyo interior los líquidos más dulces se agrían, perdiendo su perfume. ¡Ay, el doloroso recuerdo de lo que dejaba atrás!... Un sentimiento confuso de despecho y envidia uníase a su tristeza. Así como el buque iba entrando en los mares tranquilos de inmóvil esmeralda, en las noches cálidas pobladas de titilaciones de espuma y de luz, parecía transformarse.

Este perfume de flores, esta música me anuncian que no estás lejos. Sr. de Araceli, ¿no la oye usted? , una música encantadora respondí, y era verdad que creí oírla. Ella viene envuelta en la nube que la rodea. ¿No advierte usted la deslumbradora claridad que entra en la pieza? , la veo. Mi amada viene, Sr. de Araceli; ya entra; aquí está.

Y como si las palabras del viejo trajesen a las dilatadas narices de los caballos un lejano perfume de la deseada primavera, comenzaron a relinchar, a dar saltos, a morderse, a estremecer sus vientres con agitaciones de péndulo, a resbalar las patas delanteras sobre las grupas más cercanas, haciendo esfuerzos por libertar sus cabezas amarradas a las anillas.