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Actualizado: 28 de junio de 2025


Señora replicó Antoñuelo , mire usted lo que dice y no se desvergüence conmigo, si no quiere que me olvide yo de que es mujer y le ponga las peras a cuarto o la emplume, como merece. Al oír esto Juana ya no contestó palabra, pero se precipitó sobre el que tan atrozmente la ofendía Juanita se interpuso entre su madre y el mozo, a fin de evitar la lucha.

Compramos avellanas, peras, cerezas y rosquillas en todos los puestos de la romería, convidámonos recíprocamente la familia, el exclaustrado y yo; vi un desafío á los bolos entre mozos de lugar y otros tantos forasteros; los «¡vivasque nos echaron los danzantes, encaramándose unos sobre otros hasta formar lo que ellos llaman castillo, y los que también hubo para las demás personas que les habían dado dinero; y volvimos á casa al anochecer, despidiendo al predicador después de haber tomado chocolate y agua de limón todos juntos, como si no hubiéramos comido al mediodía.

La calentura de Emma no es extraordinaria; ya cede; Antonio queda sin novedad; voy a Cabruñana, le pongo las peras a cuarto a Lobato..., y me vuelvo pasado mañana con dos o tres nodrizas, a escoger, que por ahí las hay buenas. Emma no querrá, y en rigor no puede criar. Le criaremos nosotros, el ama y yo. Así como así, cuanto menos sangre de Valcárcel, mejor».

Nos sirven una buena sopa, un plato de gallina, dos entremeses, una botella de Burdeos inferior; y al llegar á los postres, el elegante garçon entra con una batea llena de primores: porciones de manteca, ruedas delgadas de salchichon, peras, ciruelas, rábanos muy pequeños, dulces y otras curiosidades. Nosotros nos imaginamos ver abiertas las puertas del paraíso terrenal.

DULCE DE PERA. Se pesa la misma cantidad de peras que de azúcar; se pelan las peras y a lo largo se parten por la mitad, quitándoles semillas y corazón; se echan en agua hirviendo y se tienen un cuarto de hora; después se escurren bien. Aparte se hace el almíbar a buen punto, y cuando está frío se une la fruta, haciendo cocer a fuego suave, hasta que esté en su punto.

Hacían de peras á higos un bonete para un capellán de Palacio ó para el señor fiscal de la Rota, y nada más. Eran muy pobres, pero soportaban con paciencia la desgracia sin exhalar una queja. Sólo una de ellas decía de cuando en cuando con un suspiro, mientras revolvía los escasos trapos negros de su santa industria: "Ya no hay religión."

Un día, al salir de la escuela, Carlos Ohando, el hijo de la familia rica que dejaba por limosna el caserío a la madre de Martín, señalándole con el dedo, gritó: ¡Ese! Ese es un ladrón. ¡Yo! exclamó Martín. , . El otro día te vi que estabas robando peras en mi casa. Toda tu familia es de ladrones.

«Pero muy bien, perfectamente bien dijo el cura apoyando las manos en los brazos del sillón, para enderezar el cuerpo . Verás ahora, grandísimo piruétano, cómo te pongo yo las peras a cuarto. Tía, buenas noches. Ahora va a ser la gorda. Acostados los dos, hablaremos». Encerrose Nicolás en su alcoba, que era la de su hermano, y ambos se metieron en la cama. Doña Lupe se puso fuera a escuchar.

Perdió terreno el oficial de día, en día y comenzó a decirse entre los comensales que formaban el público, que tenía una ciencia superficial y que el sobrinito de D. Manuel le ponía muchas veces las peras a cuarto.

Los miembros de la familia cuatro personas solamente estaban sentados alrededor de la mesa, en el salón de sombrío artesonado. Tenían por delante el postre del domingo, compuesto de avellanas verdes, de manzanas y peras, bien adornadas de hojas por la mano de Nancy, antes de que las campanas de la iglesia llamaran al oficio.

Palabra del Dia

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