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Actualizado: 28 de junio de 2025


Y no iba el parecer fuera de camino, porque eso resultó de tu respuesta, bien desentrañadas sus finezas y cortesías. Desde entonces fueron peras de a libra las cartas entre nosotros dos. corriendo la Ceca y la Meca, y yo firme y agarrado a estos peñascales como barda montuna.

Las pastoras de quien hemos de ser amantes, como entre peras podremos escoger sus nombres; y, pues el de mi señora cuadra así al de pastora como al de princesa, no hay para qué cansarme en buscar otro que mejor le venga; , Sancho, pondrás a la tuya el que quisieres.

Emparentado con familias de alta posición política, don Camilo era por aquellas épocas un programa luminoso para una muchacha de dieciséis años como Valentina, y el buen señor, persuadido de su valimiento, no se daba mucha pena en ofrecerse, porque sabía que la ley de la demanda regía en su favor y que él podía elegir como en peras entre las más lindas muchachas de la época.

Martín se divertía muchísimo con estos espectáculos. Tellagorri lo tenía como acompañante para todo, menos para ir a la taberna; allí no le quería a Martín. Al anochecer, solía decirle, cuando él iba a perorar al parlamento de casa de Arcale: Anda, vete a mi huerta y coge unas peras de allí, del rincón, y llévatelas a casa. Mañana me darás la llave.

Semejante doctrina no fué nunca enseñada, por ejemplo, por el venerable pastor de almas Juan Wilson, cuya barba, blanca como la nieve, se veía por sobre el hombro del Gobernador Bellingham, mientras le decía que las peras y los melocotones podrían aclimatarse en la Nueva Inglaterra, y que las uvas de color de púrpura podrían florecer si estuvieran protegidas por los muros del jardín expuestos más directamente al sol.

Peras amarillentas, otras de asar, casi rojas, manzanas de oro y grana, montones de nueces, avellanas y castañas, daban alegría, variedad y armoniosa distribución de luz y sombra al conjunto, suculento sin más que verlo, mientras al olfato llegaban mezclados los olores punzantes de la química culinaria y los aromas suaves y discretos de naranjas, limones, manzanas y heno, que era el blando lecho de la fruta.

CHIRINOS. Honrados días viva vuesa merced que así nos honra; en fin, la encina da bellotas, el pero, peras; la parra, uvas, y el honrado, honra, sin poder hacer otra cosa. BENITO. Sentencia ciceronianca, sin quitar ni poner un punto. CAPACHO. Ciceroniana quiso decir el señor alcalde Benito Repollo.

Se contenta con mascar hojas, pacer arándanos, saborear panales de miel: á veces se arriesga á bajar á la playa para ir á comer tranquilamente uvas y peras en la planta que las produce.

Lo que vuestra merced puede hacer, y es justo que haga, es mudar ese servicio y montazgo de la señora Dulcinea del Toboso en alguna cantidad de avemarías y credos, que nosotros diremos por la intención de vuestra merced; y ésta es cosa que se podrá cumplir de noche y de día, huyendo o reposando, en paz o en guerra; pero pensar que hemos de volver ahora a las ollas de Egipto, digo, a tomar nuestra cadena y a ponernos en camino del Toboso, es pensar que es ahora de noche, que aún no son las diez del día, y es pedir a nosotros eso como pedir peras al olmo.

Del almuerzo que nos aguardaba en la fonda debo decir, no como dato oficioso y trivial, sino para instrucción de los viajeros que vayan á Salamanca, que nada tenéis allí que temer, y muchos goces que prometeros, por muy gastrónomos y delicados que seáis. El Hôtel del Comercio se encargará de no desmentirme. ¡Qué tortilla! ¡qué truchas! ¡qué jamón! y ¡qué peras..... de cristal!

Palabra del Dia

rigoleto

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