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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Poco tuvo, pues, la señora que confiar a una criada tan penetrante y tan zahorí de cuanto pasaba en lo más escondido de su pecho. A los cinco días de la fecha de la última carta que hemos leído, empieza nuestra narración. Eran las once de la mañana. Pepita estaba en una sala alta al lado de su alcoba y de su tocador, donde nadie, salvo Antoñona, entraba jamás sin que llamase ella.

Hablaron todavía un buen rato en la terraza, donde, en medio de un suave crepúsculo, esparcían las madreselvas su penetrante perfume; después, ya casi completamente oscurecido y cuando comenzó a mostrarse la luna por encima de los bosques, levantóse Delaberge para despedirse y Simón Princetot hizo lo mismo. ¡Buenas noches, señores! dijo la señora Liénard.

A decir verdad, los grupos no están bañados en la claridad intensa penetrante que viene de alto a bajo y que en pleno campo lo envuelve, inunda y acaricia todo. Para fallar acerca de si esto es una tacha, sería preciso demostrar, y nadie lo ha conseguido todavía, si es realmente posible pintar en un espacio abierto y en tales proporciones una escena de ese carácter.

Dotados por lo comun de una sensibilidad exquisita, reciben impresiones muy vivas, que ejercen grande influencia sobre el curso de sus ideas y deciden de sus opiniones. Su entendimiento penetrante encuentra fácilmente razones en apoyo de lo que se propone defender, y sus palabras y escritos arrastran á los demas con ascendiente fascinador.

Dice así en un soneto: «Guiando cada cual su veloz rueda, Á todos los hispanos dieron lumbre Con luz tan penetrante de este carro; El uno, en metro, fué Torres Naharro; El otro, en prosa, puesto ya en la cumbre, Gracioso, artificial, Lope de Rueda

Tendrías razón, tío, si fuera su muerte la que me hiciera dudar de y de mi dicha. Pero ¡Dios del Cielo! lanzó una carcajada penetrante y amarga, hace tiempo que renuncié a toda pretensión a la felicidad.

El señor Molina recorría, muy caviloso, las habitaciones de la casa, y al pasar junto a su sobrina, sin atreverse a consolarla, echaba sobre ella una mirada penetrante. ¡Qué desgracia! ¡Qué desgracia! murmuraba hablando consigo mismo, pero con el propósito de que ella, oyéndole, comprendiera que no le engañaba su apacible indiferencia exterior.

¡Obscura está la maldita noche! exclamó una voz penetrante. Era Ruperto Henzar, que un momento después se halló frente a mis compañeros. Inmediatamente sonaron varios tiros y me adelanté seguido de Sarto y Tarlein. ¡Mata, mata! aullaba Ruperto, y un gemido me anunció que el bribón daba el ejemplo a su gente. ¡Estoy perdido, Ruperto! exclamó al caer uno de los que le seguían.

Ya nos detengamos en la traza y desarrollo del plan, ó en el esmero con que se atiende á sus diversas partes; ya en el tejido de la fábula ó en su progresivo desenvolvimiento, encontramos siempre al consumado maestro, y nos alegra y nos encanta siempre el lujo y la riqueza de su fantasía, la benevolencia y afabilidad de su carácter, lo noble y puro de los sentimientos, y su penetrante mirada en lo más íntimo del alma.

Facundo, demasiado penetrante para dejarse alucinar sobre el objeto de la gran expedición, permaneció en San Juan hasta el regreso de las divisiones del interior.

Palabra del Dia

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