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Actualizado: 22 de junio de 2025
Embistieron con igual ánimo los muslimes á los que casi tenian por suya la victoria. Peleaban unos con otros, pie con pie, i con no vista furia: herian i mataban con sus picas i espadas.
No obstante pudo haberse logrado una accion gloriosa, si las compañias de caballeria hubieran imitado á los pocos de la vanguardia que peleaban con intrepidez y arrojo: pero á pesar de la celosa actividad con que procuró llevarlas al combate su Comandante Mendiolaza, no pudo reducirlas con la persuasion ni el ejemplo que les dió, poniendose á la cabeza de ellas, haciendo fuego él mismo á los enemigos, en medio de un torbellino de piedras, que le arrojaban con sus hondas desde muy corta distancia: y viendo que nada bastaba, desistió del intento que se habia propuesto, de mantenerse en aquel sitio hasta el dia siguiente, para continuar el ataque, y mandó tocar la llamada para retirarse á Puno, como lo efectuó.
Viendo que comenzaban á salir los nuestros á la escaramuza y retirábanse por alargarlos más, asegurándolos desta manera, cerraron con ellos de tropel más de 3.000 turcos y los caballos alarbes, que eran los que más daño hacían en los nuestros y mejor peleaban.
Iba á continuar su vida de navegante con nuevos entusiasmos. Tenía la fe, el ideal, las ilusiones que forman á los héroes. Mientras durase la guerra, la haría á su modo, sirviendo de auxiliar á los que peleaban, transportando todo lo necesario para la lucha. Miró con mayor respeto á los marineros sometidos á sus órdenes, gente simple que había dado su sangre sin frases y sin razonamientos.
El fue quien hizo descubrir al famoso caudillo Aben-Djahvar, por medio de espantosos tormentos, dos escondites de armas en Sierra Nevada. En el paso de Alfajarali recibió en medio de la frente el puntazo de un cuchillo corvo que un morisco, de aquellos que peleaban coronados de rosas en señal de martirio, le arrojó desde lejos.
Las amantes de los dos amigos se llevaban bastante bien, lo cual equivale a decir que sólo se peleaban una vez por semana. ¡Qué bello es contemplar cuatro corazones que laten al unísono! Los hombres montaban a caballo, leían el Fígaro, o comentaban los chismes de la ciudad; las damas se echaban mutuamente las cartas, con gracia sin igual: ¡una edad de oro en miniatura!
Tal vez influía en ello la proximidad del gobierno y de los grandes medios defensivos acumulados por éste. Además, dicha vecindad resultaba corruptora. La mayoría de los varones, en vez de seguir á los que peleaban por la emancipación de su sexo, habían preferido ayudar al gobierno de las mujeres. Esto no es extraordinario, gentleman.
Todo en él estaba gobernado por la infernal atracción que ejerce la hembra. Los hombres trabajaban, peleaban, querían hacerse ricos ó célebres, todo por conquistar la posesión de un pedazo de carne, el más inmundo y vergonzoso del cuerpo humano. Mira cómo será, Estevet, que hasta en los animales comestibles no hay cocinero que sepa aprovecharlo.
Y los dioses subían y bajaban, a llevar y traer a Júpiter los recados de los troyanos y los griegos; o peleaban sin que se les viera en los carros de sus héroes favorecidos; o se llevaban en brazos por las nubes a su héroe para que no lo acabase de matar el vencedor, con la ayuda del dios contrario.
Sonó un gran estrépito en las cubiertas superiores: ruido de voces, correteos. Luego las fuertes pisadas se alejaron hacia la popa, acompañando una violenta discusión. Debían ser los de la banda, que se peleaban entre ellos. Márchate dijo Ojeda . Son las tres. Esas gentes pasean por todo el buque antes de acostarse, y te pueden sorprender.
Palabra del Dia
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